El falso dilema del PSOE

Hoy por la mañana, el comité federal del PSOE ha votado por la abstención para facilitar el Gobierno al PP y a Mariano Rajoy. Difícil decisión la que han tomado los dirigentes socialistas, haciendo oídos sordos a lo que opinaba una gran parte de su militancia.
Yo, humildemente, voy a aportar mi opinión sobre el tema. Comprendo que a muchos no les interese la política y pueden por tanto dejar de leer. A los que sí les interesa, les animo a seguir leyendo hasta el final.
Lo primero que pienso es que el PSOE llega a esta situación, sobre todo, obligado por la ley electoral. Es decir, si el sistema electoral español fuera mayoritario y por circunscripciones (como el inglés o el norteamericano) o a dos vueltas (como el francés) o cerrando la posibilidad de entrada en el parlamento a quien tiene menos del 5% de los votos (como el alemán) esto no ocurriría porque el PP habría obtenido muchos más diputados y no necesitaría del concurso de otros partidos. Hay muchas personas que dicen que España debe ir a un sistema totalmente proporcional, pero olvidan una cosa: los dos países más proporcionales que yo conozco (Italia e Israel) se han caracterizado y se caracterizan por la inestabilidad como constante y por la imposición de las minorías sobre las mayorías. Es decir, si Israel se ha deslizado cada vez más hacia el integrismo judío ha sido por el chantaje que los partidos religiosos pueden hacer (y hacen) a los partidos mayoritarios para formar gobierno (igual que aquí hacen los partidos nacionalistas catalanes y vascos). Por tanto, una parte de la crisis del PSOE no le corresponde al PSOE sino al sistema electoral español. En Inglaterra, el PSOE estaría en la oposición tranquilamente y criticando al Gobierno del PP tranquilamente sin romperse en dos. Digamos de paso, que los países más estables del mundo son precisamente aquellos que tienen sistemas electorales muy mayoritarios o a dos vueltas.
Lo segundo es que las cosas son como son y en el sistema electoral español, el PSOE está obligado a definirse. O elecciones (con unas perspectivas pésimas) o facilitar el Gobierno al PP (con riesgo evidente de romper el partido por la base). ¿Por qué han optado por la abstención? Pues porque era la solución más coherente para los diputados socialistas (que así no arriesgan su escaño) y para sus votantes (que no entenderían volver a tener que votar para certificar una nueva victoria del PP).
El problema está en la militancia, los seguidores más emocionales que racionales (menos de 200.000) y que en mi opinión están bastante alejados de los cinco millones de votantes.
En Podemos se están frotando las manos porque creen que el “sorpasso” ya está prácticamente concluido. Según su teoría, todos los votos que pierda el PSOE irán hacia ellos. Según ellos, al derechizarse el PSOE, sus votantes (que supuestamente son de izquierda más o menos radical) acabarán tomando sus papeletas de voto. Creo que confunden también militantes con votantes.
Finalmente, hay otro elemento que en Podemos confunden. La crisis del PSOE no es ideológica; es una crisis generacional. Las personas, las generaciones que apoyaron el pacto constitucional y el régimen de la Segunda restauración desde 1975 eran personas nacidas mayoritariamente entre 1920 y 1940. Hoy esas personas o están muy desmovilizadas por ser ancianas o directamente están muertas. Y las generaciones actuales de votantes (nacidos entre 1970 y 1998) no han sentido el miedo real a la guerra civil, a los tanques o a la dictadura y creen que un cambio radical de la sociedad es posible y deseable. Esa es la razón de la crisis del PSOE y eso no lo va a resolver ni la abstención, ni el voto del no. Así pues, el dilema del PSOE no es tanto votar “no” o abstenerse como generar un pacto diferente con la sociedad española en su conjunto.