¿Hacia dónde va la España de Pedro Sánchez?

Tras la proclamación relámpago de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, tras disiparse el humo y los efluvios del acto, nos vamos a atrever nosotros también a realizar una sencilla profecía. Se trata de un ejercicio acrobático, difícil y sin red, cuyo acierto o error se verá en los próximos meses.

La primera idea clave es que el Gobierno va a durar hasta que alguna de las formaciones que apoyan al Gobierno (singularmente el PSOE) crea que unas elecciones le favorecen y eso quiere decir que incluso se puede agotar la legislatura. Si esta moción de censura ha salido adelante es porque ninguno de los partidos, excepto Ciudadanos, quiere elecciones. Todos hablan de democracia, pero en estos momentos nadie quiere dar la voz a los ciudadanos, porque saben que ahora mismo Ciudadanos podría ganar holgadamente las elecciones. Muy especialmente, esto es válido para el PSOE, que va a intentar perpetuarse en el poder tras la siguiente cita electoral. Emplearán los dos años que les quedan, ya con presupuestos aprobados, en volcarse en la máquina propagandística para mostrarse como receptor natural del voto de centro izquierda. Otra cosa es que lo consigan, pues dependerá de la presión a la que le sometan los separatistas.

Si los separatistas se muestran firmes en sus posiciones (en ese falso diálogo que solo discute un punto: fijar la fecha y condiciones de los referéndums secesionistas en Cataluña, Vasconia y Navarra), Pedro Sánchez no podrá darles lo que piden (la vía a la secesión) sin romper su propio partido, pues socialistas en Castilla, Andalucía o Extremadura no podrán consentir la ruptura de la nación. Por tanto, Sánchez se vería abocado a un dilema: o mantener el Gobierno sobre un partido y una España rota (lo que es imposible) o sobre una España unida y un partido roto (lo que también sería imposible). Es decir, la crisis del PSOE sería terrible y la ruptura del PSOE (por la salida de una de las dos facciones) a medio o largo plazo, inevitable.

Pero es muy posible que los separatistas no quieran hoy elecciones tampoco y busquen una tregua táctica.. De hecho, hay ya un primer gesto de que esa tregua se puede producir y es que Torra ya ha pasado por el aro de proponer para su Gobierno consejeros nuevos, sin cargas judiciales pendientes. Los separatistas, tras el fallido golpe, van a volver a sus cuarteles de invierno, a reorganizarse y a acumular fuerzas para, andando el tiempo, cuando lo estimen oportuno, volver a la carga contra España para, esta vez sí, alcanzar sus objetivos finales y destruir la nación. Para contentar al electorado separatista, a Pugidemont y los suyos les van a bastar gestos de apaciguamiento por parte de Sánchez, como puedan ser inicialmente «mesas de diálogo» y el acercamiento de los sediciosos encarcelados a prisiones catalanas, Los separatistas saben que hoy por hoy no pueden conseguir mucho más, porque si Sánchez accediera al referéndum, el PSOE y la propia España saltaría en mil pedazos. Así que Torra, Puigdemont y compañía esperarán a que pase el tiempo y a que la acción del nuevo Ministerio de Justicia les permita a sus encarcelados incluso la libertad condicional antes del juicio. Es posble que, además, los separatistas prosigan ahora (con el consentimiento de Madrid) su acción en el exterior con sus embajadas y de seguro afinarán (gracias a los impuestos de todos los españoles) todo su aparato educativo, mediático y policial preparando el siguiente asalto contra España. La política de gestos cobrará enorme importancia durante estos meses, porque así podrán esconder y justificar que estén abandonando (tácticamente) el objetivo final. Eso sí; seguirán intentando armar a su Policía para el próximo choque con el Estado. Es decir, se trata de una tregua, nunca de una paz.

Caso parecido es el del PNV, que tampoco quiere elecciones y que también quiere justificarse ante su electorado. Sus movimientos hacia la vía catalana irán en aumento en este periodo. Tienen miedo de que una reacción de la ciudadanía española pudiese destronar a Sánchez y condujese a un Gobierno español que incluso pusiera en duda el cupo vasco. Se concentrarán sobre todo en acercar los presos etarras a las cárceles vascas y se volcarán en fingir un paisaje de reconciliación interna con la inestimable ayuda de los socialistas vascos. Los proetarras de Bildu navegarán en esa misma estela.

Los neocomunistas de Podemos intentarán dar a Sánchez el abrazo del oso. En mi opinión, Iglesias ha llegado al convencimiento por fin de que España no es Venezuela y de que, no habiendo en nuestra nación una clase social miserable que se conforme con subsistir gracias a subsidios (la base del populismo americano), su acceso al poder en solitario es imposible. Cuando se alejó de la careta comunista de IU se quejaba de que estaba llena de “pitufos gruñones”, pero él se ha convertido en el nuevo “pitufo gruñón”; eso sí, desde su nuevo chalé de Galapagar. Van a ser el socio más agrio de Sánchez y el que les va a proponer más problemas, pero menos de los que les gustaría porque su popularidad en España cada vez será menor.

¿Y si estas fuerzas son tan heterogéneas en qué pueden estar de acuerdo?

Pedro Sánchez ha sido llevado al poder por fuerzas muy dispares que solo tienen en común el deseo de romper el consenso constitucional de 1978 para sustituirlo por una república (o por varias, si añadimos la catalana y la vasca). Pero la política económica de PNV y Podemos es absolutamente irreconciliable, así que ¿en qué pueden estar de acuerdo todos?

En primer lugar, en el guerracivilismo que utilizó Felipe González y afiló dramáticamente Zapatero. La Ley de memoria histórica reunirá enormes cantidades de dinero e impondrá la visión estalinista de la historia de los años treinta, incluso con medidas coercitivas. Veremos series, películas, documentales y libros que seguirán en esta estela de enfrentamiento ochenta años después de la finalización del conflicto. ¿Por qué? Porque de ese guerracivilismo viene la culpabilizacón de la derecha española y su castración ideológica. De ahí es de donde extraen todos ellos el argumentario para deslegitimar la ideología liberal y nacional.

En segundo lugar, veremos un auge tremendo de todo lo que tenga que ver con el feminismo. Las campañas y el dinero que se va a donar al movimiento feminista van a ser también tremendos. A esta vorágine se sumarán presumiblemente también Ciudadanos y el PP, incapaces, como ya hemos visto, de articular un discurso propio y ecuánime sobre el tema.

En tercer lugar, la educación. La derogación/modificación de la LOMCE  va a ser cuestión de meses. Puede que no llegue ni a comenzar el nuevo curso académico. Es posible que no puedan a corto plazo sustituirla por otra ley por su falta de entendimiento interno, pero sí harán que cobren naturaleza el adoctrinamiento feminista, guerracivilista y antiespañol en las escuelas (sobre todo en las catalanas).

En cuarto lugar, la lucha contra la lengua española. Los procesos contra la lengua española en Navarra, Valencia y Asturias cobrarán mayor vigor y pronto se traducirán en medidas educativas y sociales que significarán el debilitamiento de los hispanohablantes y la fragmentación de la convivencia entre españoles dificultando la emigración al evitar el acceso a la función pública por medio de medidas lingüísticas.

En quinto lugar, gestos contra la Iglesia. Tampoco excesivos por dos razones. La primera porque en Cataluña y Vasconia, el clero se ha demostrado como manantial del separatismo desde siempre y, en segundo lugar, porque la Iglesia ya ha mostrado en estos meses su pasividad ante la destrucción de España. Parece mentira que una institución que no sería hoy nada sin la labor de España en América, no haya emitido una sola nota sobre Cataluña. Incluso, en determinados sectores eclesiásticos, la ideología está más cercana al PSOE que a la derecha liberal.

La reorganización de las fuerzas nacionales

Con la disipación del humo de la moción, un nuevo paisaje se nos dibuja. Hay unas fuerzas que se han unido a un lado para echar a Rajoy. Son las mismas fuerzas que estaban unidas en el llamado bando republicano durante la guerra civil: socialistas, comunistas y separatistas. Yo sé que no es esto lo que desearían los socialistas, pero las cosas por norma general, ocurren de una manera porque no pueden ocurrir de otra. Es el precio de haber seguido apostando hasta hoy por el guerracivilismo y haber preferido durante décadas a la derecha racista catalana y vasca a la derecha española. El PSOE, el verdadero hacedor cultural de la España en que vivimos, ha creado una sociedad en la que los viejos fantasmas de hace un siglo siguen en pie. No se puede invocar a los muertos impunemente. Porque ahora, nuevamente, esos muertos les han convocado. Y ellos, los socialistas, nuevamente, han acudido a su llamada y se han alineado juntos.

Y cuando un frente se alza ante ti, hay dos opciones: o ignorarlo o enfrentarlo. Rajoy optó, como toda la derecha española desde la transición, por ignorarlo, renunciando a actuar y a defender ideas y programa. Rajoy renunció a defender a la nación. Rivera ha demostrado hasta ahora su incapacidad para actuar y su incomprensión del desarrollo de los movimientos sociales que, en muchas ocasiones, se dan como resultado de un proceso de acción-reacción.. A cada palabra de los adversarios hay que responder con otra palabra. A cada acción de los adversarios, hay que responder con otra acción Eso se traduce hoy de la siguiente forma. A cada palabra de los enemigos de España hay que responder con otra palabra. A cada acción de los enemigos de España, hay que responder con otra acción. Y Rivera no está haciendo esto como vemos cada día en Cataluña, donde la población asiste al rearme separatista sin que nada se le oponga.

Como en tantos otros momentos de la historia, los españoles nos enfrentamos a la crisis nacional sin el apoyo de nuestra burguesía que, nuevamente, ha evidenciado su ceguera y falta de patriotismo, prefiriendo su cuenta de resultados a la cohesión nacional. No son conscientes, ni ellos ni tantos otros, de que, si desaparece España, gran parte de su negocio estará perdido. Sí son conscientes muchos españoles que comprenden que, si se rompe la nación, todo lo construido juntos desde hace milenios, desde los hospitales hasta las carreteras, se destruirá. Si son conscientes muchos españoles de que todos los lazos entre familiares de distintas regiones, todo lo amado y recorrido unidos en cordial convivencia, se destruirá. Y esos españoles, que son la mayoría, no quieren que eso se pierda.

La mayoría de los españoles queremos tener amigos y familiares en otras zonas de nuestro país y saber que algo más que la amistad nos une a ellos. Y ese algo más es España. La mayoría de los españoles queremos pasear por todas las regiones de España sintiéndonos en casa, comunicándonos en nuestra lengua común, que es el español. Y eso es España. La mayoría de los españoles sabemos que provenimos de un pasado unido en el que hemos vivido unidos hechos memorables y lamentables y que esa es nuestra historia.  Y eso es España. La mayoría de los españoles sabemos que somos una de las grandes naciones de Europa y que nuestra aportación a la historia de la humanidad es indiscutible. La mayoría de los españoles sabe que unidos somos más fuertes. Y eso es España.

Y por eso España sabe que se mantiene unida, como siempre ha sido desde la época romana, porque los españoles, a pesar de las minorías amargadas de cada zona y a pesar de nuestros torpes y egoístas caudillos, nos queremos y nos seguiremos queriendo. Porque España somos los españoles.

Eso es lo que cada español consciente debe explicar serenamente a cada español que no se da cuenta del tesoro que tiene. Y ahora toca defender ese tesoro.

Es el turno de las fuerzas nacionales y es momento de unidad. De la maestría en la operación de las fuerzas políticas nacionales depende el futuro de todos. Pero seamos optimistas. Que no quepa duda de que la idea política que consiga agrupar a su alrededor a los españoles conscientes, tendrá el poder en un futuro no muy lejano en sus manos. Y que no quepa duda de otra cosa: a lo largo de la historia los españoles siempre se han unido, de forma natural, cuando se tenían que unir. Ahora no será diferente.

¿Por qué Rajoy ha actuado así en Cataluña?

En los últimos meses muchos españoles han visto asombrados la actitud de Mariano Rajoy ante el desafío separatista. Se han escrito mil columnas diciendo que Rajoy intentaba contemporizar con quienes habían declarado abiertamente la secesión, quería intervenir sin hacerlo a fondo, prohibir sin reprimir, sanar una fractura abierta sin usar el bisturí… La mayor parte de los analistas señalaba que Rajoy intentaba lo imposible: Dar una solución judicial a un problema que es político.

 Y el resultado es evidente. Rajoy es ya el ex presidente de España y el separatista Torra es ya el nuevo presidente de Cataluña. Esos son los datos objetivos. Uno ha sido derrotado y el otro ha resultado triunfador.

Pero de ahí surge una pregunta importante a la que sin embargo no se ha dado respuesta: ¿Por qué Rajoy ha actuado así? ¿Qué le ha llevado a acabar en el fondo de un precipicio del que le avisaban tantísimas personas?  

Yo voy a plantear mis ideas sobre este particular. Más que nada, porque ninguno de estos tertulianos pueden decir lo que opinan sobre este particular.

 

Rajoy, antes que nada, es el representante del Ibex35

 La primera idea, y fundamental, es que Rajoy, como todo presidente en una gran economía de mercado, es en realidad, un representante indirecto del gran poder financiero. Esta idea no es mía. Se trata de un planteamiento marxista ortodoxo. La clase dominante, la gran banca y la gran burguesía (lo que llama Podemos el Ibex 35) son quienes controlan el poder a través de partidos políticos que gestionan el sistema para defender sus intereses de clase. Esta es la misión fundamental de Rajoy y de cualquier presidente.

Rajoy es aupado al poder por el voto de los ciudadanos, por supuesto que sí: pero para que eso sea posible Rajoy necesita muchísimo dinero y muchas horas de proyección pública. Y ese dinero para financiar las campañas lo dan los bancos y esa proyección pública para llevar el mensaje a la ciudadanía la dan los medios de comunicación controlados por los grupos industriales, que son quienes poseen y financian a las cadenas de radio, prensa y televisión a través de los anuncios. Quien no obtiene el beneplácito de estas dos fuerzas (banca e industria) se ve incapacitado para llevar su mensaje a la población y, por tanto, no consigue votantes entre la mayor parte de los ciudadanos, que no son personas que buscan información política por su propia cuenta, sino que se informan pasivamente a través de seguir programas como “El intermedio”, los telediarios, El País o el Abc o incluso ni siquiera se informan. Si no quieren quienes dominan los medios, no te dejan aparecer en sus canales. Esto es lo que explica las dificultades que tuvo UPyD para aparecer en los medios (sobre todo tras denunciar a la gran banca en el caso de Bankia) o las que tiene VOX para tener proyección pública actualmente. Los medios no les apoyan y así ellos no aparecen en las encuestas y por tanto, para la población pasiva, no existen. Es un círculo vicioso porque no son vistos como opciones útiles de voto, aunque potencialmente podrían tener muchos seguidores.

 ¿Qué defienden los poderosos sobre el caso catalán?

 Luego es imposible explicarse el comportamiento de ningún presidente del Gobierno de España sin atender a los deseos de los propietarios y directivos de los grandes bancos y de las empresas más importantes. ¿Y cuál ha sido el deseo del Banco de Santander, de Bankia o de La Caixa durante los últimos cuarenta años en relación con Cataluña?  ¿Cuál ha sido el deseo de El Corte Inglés, de Telefónica, de Repsol y de las grandes empresas españolas? Pues no hacer nada: defender el crecimiento económico sin atender a nada más. Pues justamente eso es lo que ha hecho Mariano Rajoy: nada.

Un solo ejemplo: La posición del Banco de Santander ante el conflicto catalán

 El Santander es el banco más importante de España. Financia con cuantiosas campañas a todos los medios de comunicación españoles. No hay por tanto articulista que pueda escribir en su contra, pues el periódico le pondría en la calle más pronto que tarde. Ellos lo saben y los veremos criticar a políticos y gobernantes, pero no a empresas ni a empresarios porque saben que, en el fondo, quienes financian y dominan los medios de comunicación son ellos. El pasado lunes 21 de mayo la presidente del Banco de Santander, Ana Patricia Botín, afirmaba en la Cadena Ser que “había que enamorar de nuevo a los catalanes del proyecto español”. Es decir, tras un golpe de estado y una proclamación de independencia, la máxima accionista del mayor banco de España no pedía el respeto y cumplimiento de la ley ni pedía proteger los derechos de los catalanes que quieren seguir siendo españoles, sino que señalaba que los catalanes son “a los que hay que enamorar” (no a los que ya están enamorados, que son los catalanes españolistas) y que es España quien debe enamorarlos. La traducción política de estas palabras es evidente: Hay que realizar nuevas concesiones a los separatistas catalanes para que se enamoren de España. ¿Explica esto la política de Rajoy? Yo creo que lo explica todo.

 ¿Por qué el poder económico no aboga por soluciones ejemplares y represivas  en Cataluña?

Así pues, la pregunta de “¿por qué Rajoy ha actuado así en Cataluña?” se debe convertir en “¿por qué´las grandes empresas actúan así en Cataluña?” Y solo hay una respuesta: la idea de las grandes corporaciones es “hagamos dinero hoy y mañana ya veremos”.  Si hay conflicto social, el consumo se verá afectado y eso significa perder dinero. Es más importante para ellos el dinero que la patria. Eso explica su comportamiento. Entre que se debilite la nación y que baje su cuenta de resultados, eligen su cuenta de resultados. 

Esto es una opción miope porque solo conduce, como hemos visto desde 1978, a postergar un enfrentamiento que se acabará produciendo indefectiblemente, ya que el bando separatista no tiene ninguna capacidad de negociación: o nos separamos o nos separamos. Cada año que se posterga el enfrentamiento abierto con la ideología separatista y con sus acciones delictivas es un año en que ese grupo se fortalece, por lo que cada vez se tiene mayor temor a enfrentarlo. La conclusión es obvia. El enfrentamiento se producirá cuando sea inevitable y en ese momento sus consecuencias serán más graves. Para entonces, eso sí, sus cuentas de resultados ya tendrán guardados y bien guardados sus beneficios.

Esto tiene unas causas y es la debilidad histórica de la burguesía española y su escaso patriotismo. Pero este es otro tema más largo y en el que me extenderé en otra ocasión.

El falso dilema del PSOE

Hoy por la mañana, el comité federal del PSOE ha votado por la abstención para facilitar el Gobierno al PP y a Mariano Rajoy. Difícil decisión la que han tomado los dirigentes socialistas, haciendo oídos sordos a lo que opinaba una gran parte de su militancia.
Yo, humildemente, voy a aportar mi opinión sobre el tema. Comprendo que a muchos no les interese la política y pueden por tanto dejar de leer. A los que sí les interesa, les animo a seguir leyendo hasta el final.
Lo primero que pienso es que el PSOE llega a esta situación, sobre todo, obligado por la ley electoral. Es decir, si el sistema electoral español fuera mayoritario y por circunscripciones (como el inglés o el norteamericano) o a dos vueltas (como el francés) o cerrando la posibilidad de entrada en el parlamento a quien tiene menos del 5% de los votos (como el alemán) esto no ocurriría porque el PP habría obtenido muchos más diputados y no necesitaría del concurso de otros partidos. Hay muchas personas que dicen que España debe ir a un sistema totalmente proporcional, pero olvidan una cosa: los dos países más proporcionales que yo conozco (Italia e Israel) se han caracterizado y se caracterizan por la inestabilidad como constante y por la imposición de las minorías sobre las mayorías. Es decir, si Israel se ha deslizado cada vez más hacia el integrismo judío ha sido por el chantaje que los partidos religiosos pueden hacer (y hacen) a los partidos mayoritarios para formar gobierno (igual que aquí hacen los partidos nacionalistas catalanes y vascos). Por tanto, una parte de la crisis del PSOE no le corresponde al PSOE sino al sistema electoral español. En Inglaterra, el PSOE estaría en la oposición tranquilamente y criticando al Gobierno del PP tranquilamente sin romperse en dos. Digamos de paso, que los países más estables del mundo son precisamente aquellos que tienen sistemas electorales muy mayoritarios o a dos vueltas.
Lo segundo es que las cosas son como son y en el sistema electoral español, el PSOE está obligado a definirse. O elecciones (con unas perspectivas pésimas) o facilitar el Gobierno al PP (con riesgo evidente de romper el partido por la base). ¿Por qué han optado por la abstención? Pues porque era la solución más coherente para los diputados socialistas (que así no arriesgan su escaño) y para sus votantes (que no entenderían volver a tener que votar para certificar una nueva victoria del PP).
El problema está en la militancia, los seguidores más emocionales que racionales (menos de 200.000) y que en mi opinión están bastante alejados de los cinco millones de votantes.
En Podemos se están frotando las manos porque creen que el “sorpasso” ya está prácticamente concluido. Según su teoría, todos los votos que pierda el PSOE irán hacia ellos. Según ellos, al derechizarse el PSOE, sus votantes (que supuestamente son de izquierda más o menos radical) acabarán tomando sus papeletas de voto. Creo que confunden también militantes con votantes.
Finalmente, hay otro elemento que en Podemos confunden. La crisis del PSOE no es ideológica; es una crisis generacional. Las personas, las generaciones que apoyaron el pacto constitucional y el régimen de la Segunda restauración desde 1975 eran personas nacidas mayoritariamente entre 1920 y 1940. Hoy esas personas o están muy desmovilizadas por ser ancianas o directamente están muertas. Y las generaciones actuales de votantes (nacidos entre 1970 y 1998) no han sentido el miedo real a la guerra civil, a los tanques o a la dictadura y creen que un cambio radical de la sociedad es posible y deseable. Esa es la razón de la crisis del PSOE y eso no lo va a resolver ni la abstención, ni el voto del no. Así pues, el dilema del PSOE no es tanto votar “no” o abstenerse como generar un pacto diferente con la sociedad española en su conjunto.