En las últimas semanas, el separatismo catalán ha mostrado sus fauces abiertas y ha asustado (y de verdad) por primera vez a los militantes socialistas e incluso a destacadas personalidades cercanas a la izquierda como el propio Joan Manuel Serrat (inteligentemente equidistante hasta en el nombre comercial) están sucumbiendo a una campaña de agresiones que solo tiene paralelo en Europa con la que acometieron los nazis contra los judíos en la horrenda Alemania de los años treinta. Definitvamente, ha caído el velo que muestra que el nacionalismo es siempre (y antes que nada) nazionalismo. La persecución al disidente, la exclusión del perseguido del propio pueblo y su conversión en chivo expiatorio es un proceso propio de las horas más terribles de la humanidad y que se reencarna grotescamente en los separatistas catalanes.
No deja de resultar sarcástico que justamente estén sufriendo ahora el epíteto de «facha», «fascista» o «franquista» quienes durante más de un siglo han sustentado moralmente el discurso separatista. Ocurrió en los años treinta, ocurrió durante el franquismo y ocurrió ahora con el llamado «cordón sanitario», como si el PP fuera inhumano, un cuerpo infeccioso ajeno. La imagen democrática y amable del separatismo catalán como compañero leal y deseable antes que la derecha española es una construcción del PSOE. La idea de que esto es así ha servido al PSOE para estigmatizar y situar fuera del certificado democrático a la derecha española durante cuarenta años. La forma de legitimarse en el poder y mantenerse en él ha sido de forma recurrente asociar al PP con Franco. Y en esa estrategia de pinza, el PSOE ha sido el colaborador necesario, imprescindible en realidad, con el que ha contado el separatismo para llegar hasta donde ha llegado. Toda la mercancía de división lingüística y social de España ha sido auspiciada por los socialistas, sin cuya participación, el crimen de rebeldía y secesión que se está produciendo contra la nación y sus ciudadanos (todos los españoles) no se estaría cometiendo. Muchos españoles han mirado hacia otro lado y han resultado vulnerables ante el mensaje separatista y sus secuelas (la imposición de su modelo lingüistico y cultural, la aceptación del victimismo falsario catalanista) debido a que el PSOE se lo ha vendido y empaquetado como regalo. ¿Por qué hemos aceptado falsedades como que el catalán se persiguió durante el franquismo? ¿Por qué decenas de miles de andaluces cambiaron su nombre en Cataluña para ser admitidos y se llamaron Joan o Pere cuando de niños eran Juanito o Pedrito? ¿Es porque los españoles oprimían a los catalanes o al revés?
El PSOE ha sido el Caballo de Troya en cuya barriga estaban escondidos esperando su momento los separatistas. Y ahora, esos guerreros están quemando el caballo. Claro, creen que ya no lo necesitan. Y lo peor es que el caballo, ciego, sigue confundiendo a amigos y enemigos.