Nosotros, cada uno de nosotros, como profesores, debemos ser muy cuidadosos con las palabras que elegimos al dirigirnos a nuestros alumnos. Esto se debe, sobre todo, a que, justo después de los medios de comunicación (y aunque a mucha distancia) es el sistema educativo, encarnado en nosotros mismos, quienes más poderosamente influye en la juventud española.
La enorme influencia de los profesores
No debemos subestimar nuestra influencia. Al fin y al cabo, el alumno pasa en nuestro sistema, expuesto a nuestros mensajes treinta horas a la semana. Superamos sin duda al tiempo que invierte cada alumno en cualquiera de sus restantes ocupaciones. Imaginemos el enorme poder que atesora un maestro que tiene a su cargo a los mismos niños durante miles de horas cada curso. Un profesor tiene menos influencia, pero aún así, es posible que muchos de nosotros pasemos más tiempo con los adolescentes que sus propios padres. Y sobre todo, se trata de un tiempo de calidad, de un tiempo en el que la transmisión de valores, a la que nos obliga el nuevo modelo educativo, suple la necesaria educación ideológica que el alumno debería recibir de la propia familia. Pero es que además, transmitimos conocimientos que son resultado de planteamientos ideológicos y por medio de palabras bajo las que también subyace una ideología. Por ello, es imprescindible revisar el lenguaje con el que nos dirigimos a nuestros alumnos y, muy especialmente, en la clase de Lengua y literatura. Y esto me ha animado a iniciar esta serie sobre las palabras que salen de los medios de comunicación y que nosotros los profesores, empleamos a diario en nuestras conversaciones y en nuestras clases, con la idea de concienciarnos del valor de las palabras.
El valor de las palabras: ¿Provincias vascongadas o Euskal Herría?
Cada palabra tiene un valor connotativo que proyecta una visión de la realidad. No es lo mismo decir Vasconia que decir las Provincias Vascongadas; ni es lo mismo decir País Vasco que Euskadi o decir Euskal Herría. En esa región de España la utilización de una u otra palabra va a indicar a nuestro interlocutor cuál es nuestra visión de la realidad. Si decimos Provincias Vascongadas (la denominación usual hasta 1978) estamos diciendo que consideraos que son tres provincias y que pertenecen a un país que es España. Si décimos País Vasco estamos reconociendo de facto que existe una singularidad específica en esa región que la hace digna de llamarse «País»; es decir, estamos adoptando (quizá de forma inconsciente) el punto de vista del nacionalismo vasco. Estamos aceptando de facto su «relato», su «narración» de la historia. Porque, si el País Vasco es un país… ¿Por qué no lo es? No puede ser más que porque otra entidad, España, está oprimiendo sus derechos. Digamos luego lo que digamos, la adopción del término «País Vasco» supone en nuestro discurso la aceptación de sus argumentos. Si ya usamos la palabra «Euskadi» estamos admitiendo mucho más, pues es un término que inventó Sabino Arana que, como sabemos, era el líder del xenófobo nacionalismo vasco. Al decir Euskadi estamos asumiendo que ese territorio no debe ser llamado en español como Inglaterra, Alemania o Escocia, sino que por su propia particularidad tremenda y brutal (que nosotros aceptamos como legítima) asumimos que son ellos (los nacionalistas) quienes tienen derecho a poner el nombre de una región española. ¿Por qué? Pues porque es suya. De igual forma que asumimos que quien pone los nombres a los hijos es el padre. Más todavía si empleamos Euskal Herría, pues es el nombre que designa a las llamadas siete herrialdes. Cuando estamos diciendo esa palabra, estamos asumiendo que existe una entidad nacional que engloba también a Navarra y los departamentos del sur de Francia. Es además el término favorito de los terroristas de Bildu para diferenciarse de los separatistas del PNV.
¿Quién dicta nuestras palabras?
¿Y por que´nos plegamos a esta deriva lingüística dictada desde San Sebastián y Bilbao? Sobre esto hablaremos otro día. Lo sustantivo y esto ha sido un mero ejemplo inicial es que en las clases de Historia, de Lengua, de Filosofía y hasta de Ciencias Naturales nosotros ante los alumnos vamos a emplear uno de estos términos y hemos de ser conscientes de las causas y consecuencias de nuestros actos. Que los periodistas y millones de personas hayan incurrido en un error, no quiere decir que nosotros debamos perpetuarlo.
Mi propuesta: Vasconia
Yo, personalmente, empleo la palabra «Vasconia» que remite a la denominación primigenia de esa región y que es usada desde la Antigüedad. Eso me evita emplear la terminología separatista y también me evita emplear «Provincias vascongadas» por la resonancia franquista que todavía tiene.