La culpa de que no haya reválidas es de Franco

Ministerio de Educación, Madrid

En un artículo anterior, analizaba por qué el pacto educativo ha sido muy difícil en los últimos cuarenta años. Decía que había cinco sectores con poder social que situaban sus intereses como grupos por encima del interés social y del de los estudiantes. Esos cinco grupos son profesores universitarios, los partidos separatistas, los sindicatos y partidos de izquierda, la Iglesia y los centros concertados y los profesores de secundaria y maestros. Hoy quiero tratar las ampollas concretas que levantan las reválidas. ¿Por qué han sido  y son las reválidas la línea del frente de esta guerra educativa?

¿Qué son y a qué llamamos reválidas?

Las reválidas son exámenes que dan lugar a la obtención del título académico correspondiente. En Europa existen las reválidas en bachillerato en todos los países excepto en tres: Suecia, Turquía y España. Estos exámenes garantizan que los aprendizajes de todos los alumnos del país son similares pues las pruebas son organizadas estatalmente.

¿Por qué son buenas las reválidas o exámenes externos?

Aportemos el sentido común. Cuando contratamos un hotel o pensamos ir a un restaurante o hacemos cualquier compra, ¿acaso no acudimos a evaluaciones externas?, ¿o bien nos fiamos de la propia propaganda del local en cuestión sin obtener otras fuentes de información? Dicho de otra manera, ¿por qué existe la Guía Michelín o por qué seguimos los comentarios del Trip Advisor, el Airbnb o Booking? Pues porque son evaluaciones externas, reválidas. ¿Por qué pedimos auditorías en las cuentas de partidos y empresas? Pues porque son evaluaciones externas. ¿O es que a alguien le parece serio que un restaurante se posicione según su propia valoración en la Guía Michelín o un hotel se haga sus propios comentarios en Booking?

Las evaluaciones externas son una garantía de calidad.

Si los títulos dependen de los profesores de cada instituto, todos van a tender a dar por bueno lo que sea, pues si suspenden mucho, su propio trabajo será cuestionado. Es igual que si un cocinero pusiera en la puerta de su local. Aquí, el 50% de los platos están por debajo del 5. ¿Quién va a hacer eso?

¿Pero es que acaso quien paga el sistema educativo, la sociedad, no tiene derecho a evaluarlo?

Obviamente, sí. Es una cuestión de pura lógica y sentido común. Es la forma, además, de garantizar que el trabajo de profesores, alumnos y demás implicados en el sistema es correcto y que el dinero que se invierte en educación y se paga a los profesores está bien invertido. Los profesores universitarios se quejan de que los alumnos de los institutos están mal preparadores y echan la culpa a los de secundaria, y éstos a los maestros… Todos queremos ir a un hospital y que médicos, enfermeros, auxiliares y celadores estén bien preparados y sean amables. Las empresas quieren contratar graduados en Económicas que sepan su trabajo. Esto en España no está garantizado.

Además, las reválidas sirven para que haya una garantía de igualdad de derechos en todos los institutos de España. Al pasar el mismo examen final, todos los profesores se ven forzados a dar los mismos niveles en los centros de los barrios más humildes y en los pudientes y no como ocurre ahora, cuando los sectores más humildes reciben una educación de segunda categoría porque los profesores “se adaptan al contexto”. Hoy, lo cierto, es que el nivel de los institutos es radicalmente distinto. Todo el mundo sabe que las notas de Bachillerato o 4º de ESO se ponen en función de las necesidades de los alumnos para obtener una nota alta que les garantice el acceso a la universidad y la permeabilidad del claustro de profesores a estas presiones. Muchos padres cambian a sus hijos de instituto para llevarlos a los más “benevolentes”. Todo esto acabaría con las reválidas.

Las reválidas se parecen al cuento del traje del emperador (¿recuerdan?: ese que hacen un traje de mentira a un emperador que solo pueden ver los capaces para su cargo) porque son la prueba que  nos van a decir si el emperador va desnudo o vestido realmente; es decir, si el sistema es bueno o malo.

Entonces si son tan buenas… ¿por qué nadie quiere las reválidas?

Pues la respuesta está en el inicio de esa artículo. Los grupos de presión social que dominan el sistema educativo no quieren este sistema de reválidas. Veremos por qué razones.

Los profesores universitarios, verdaderos amos del sistema (son gente ciertamente preocupada por la educación), no quieren reválidas porque son almas tan caritativas que quieren que todas las personas (pero todas, todas) puedan acceder a la Universidad. Es por humanidad. No tiene nada que ver que la instauración de las reválidas supone que el grifo de acceso a la universidad dejaría de estar controlado por ellos. La conferencia de rectores universitarios ha estado machacando al Gobierno hasta que ha conseguido que el examen de selectividad siguiera siendo como hasta ahora; es decir, puesto por las propias universidades y diferente en cada comunidad. ¿Por qué? Pues porque eso les garantiza que el 97% de los alumnos aprueba y por tanto, ellos obtienen las subvenciones que otorga el Estado por cada alumno y, por tanto, les garantiza sus cómodos y vitalicios puestos de trabajo a todos. Si con reválidas de ESO y Bachillerato, la tasa de aprobados bajase al 60% (algo perfectamente posible), la conclusión sería lógica: el 40% de los profesores tendría que ir a la calle. Será imposible que estas buenas gentes estén a favor de las reválidas si no se les garantiza que ellos controlarán el proceso de acceso a la universidad.

Los separatistas tampoco quieren las reválidas ya que han sido elegidos entre los mortales para velar por las esencias de sus patrias inventadas y de bolsillo. Las reválidas las pone el Estado (esa odiosa España, ¡qué asco!) y de esta forma los alumnos tendrían que aprender Historia y Geografía y Literatura y Lengua española forzosamente Y ellos no quieren que los alumnos aprendan la cultura española. Será imposible que estén a favor de las reválidas salvo que estas no sean españolas, sino catalanas o vascas.

Los sindicatos y muchos profesores y maestros son muy buenas personas y se hartan de pedir dinero (al que le llaman calidad) para  el sistema educativo. Pero no quieren reválidas ya que tienen tal confianza en el sistema y en su propia capacidad  como profesionales de la enseñanza que no quieren destacar y ser bien considerados socialmente. Además, bajo ningún concepto quieren segregar a los alumnos y generarles un trauma. ¡Pobres niños! (o mejor chavales, que es la terminología que a ellos les gusta).. Lo cierto y verdad es que las reválidas suponen un elemento de calidad en el sistema que a ellos les aterra. Si se empieza a evaluar externamente a los alumnos, automáticamente se sabrá que tal instituto tiene un 86% de aprobados y otro el 50%, con el consiguiente quebradero de cabeza para esos profesores y centros. Llegará la temida diferenciación… Es más, si eso ocurre en un instituto, bien pronto se sabría qué profesores concretos de este centro garantizan e imparten mejor docencia que sus compañeros. ¿Para qué diferenciarse si todos unidos e iguales somos invencibles? Esto fragmentaría la igualdad por lo bajo que siempre defienden los sindicatos y abriría la puerta a procesos de diferenciación entre los buenos profesores y los malos, cosa que a estos últimos y a los sindicatos les aterra. Solo habrá apoyo de estas personas (que son la mayoría del sistema) a las reválidas si estas no son externas y son los propios profesores quienes ponen las notas a sus alumnos.

Y finalmente, la Iglesia y la patronal de los concertados están en contra de las reválidas (y por ello no han alzado la voz cuando todos los demás se han puesto contra ellas) porque ellos han trucado las notas de sus alumnos de toda la vida. Y esto lo sabe en España cualquier persona que se dedique a la educación. La privada pone mejores notas que la pública. Siempre. Y los maestros de la privada saben muy bien lo que tienen que hacer para mantener su puesto de trabajo y ser bien considerados por su patrón. Cualquier mecanismo que haga que la nota privada pierda peso o desaparezca sustituida por la pública está en contra de sus intereses.

¿Y cómo se defiende todo este conglomerado de intereses inconfesables?

Pues sin confesarlos. Ninguno de estos sectores va a confesar abiertamente que está en contra de las reválidas porque ponen en peligro sus intereses. Y entonces aparecen las divinas palabras  que, como en la obra de Valle Inclán, paralizan a todo el mundo: Las reválidas son segregadoras, injustas y sobre todo, franquistas. ¿Y quién quiere ser franquista salvo para usar el sistema sanitario de la Seguridad Social que fundó el franquismo? Vaya, nos hemos quedado solos, me temo…

Y con esta palabra mágica en la boca, los cuarto sectores sociales se van a los medios de comunicación que controlan  y la repiten sin pudor. Mientras la Iglesia calla… y otorga. Pase que en programas chabacanos y sin ningún rigor como el Intermedio ese chiste cuele, pero es que también aparece esta información en todos los medios separatistas, El Mundo, El País o la Cadena Ser y hasta en la propia Televisión Española, supuestamente controlada por el Gobierno. Y el resultado de todo ello es que  la sociedad española, malinformada y desarmada, acepta que el emperador no va desnudo sino vestido. Las reválidas son franquistas. Punto y final.

Así pues, difícil lo va a tener este país nuestro de cada día para dejar de ser uno de los tres países europeos que no tienen reválidas. Y la culpa, ya lo sabemos, es de Franco.