¿Hacia dónde va la España de Pedro Sánchez?

Tras la proclamación relámpago de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, tras disiparse el humo y los efluvios del acto, nos vamos a atrever nosotros también a realizar una sencilla profecía. Se trata de un ejercicio acrobático, difícil y sin red, cuyo acierto o error se verá en los próximos meses.

La primera idea clave es que el Gobierno va a durar hasta que alguna de las formaciones que apoyan al Gobierno (singularmente el PSOE) crea que unas elecciones le favorecen y eso quiere decir que incluso se puede agotar la legislatura. Si esta moción de censura ha salido adelante es porque ninguno de los partidos, excepto Ciudadanos, quiere elecciones. Todos hablan de democracia, pero en estos momentos nadie quiere dar la voz a los ciudadanos, porque saben que ahora mismo Ciudadanos podría ganar holgadamente las elecciones. Muy especialmente, esto es válido para el PSOE, que va a intentar perpetuarse en el poder tras la siguiente cita electoral. Emplearán los dos años que les quedan, ya con presupuestos aprobados, en volcarse en la máquina propagandística para mostrarse como receptor natural del voto de centro izquierda. Otra cosa es que lo consigan, pues dependerá de la presión a la que le sometan los separatistas.

Si los separatistas se muestran firmes en sus posiciones (en ese falso diálogo que solo discute un punto: fijar la fecha y condiciones de los referéndums secesionistas en Cataluña, Vasconia y Navarra), Pedro Sánchez no podrá darles lo que piden (la vía a la secesión) sin romper su propio partido, pues socialistas en Castilla, Andalucía o Extremadura no podrán consentir la ruptura de la nación. Por tanto, Sánchez se vería abocado a un dilema: o mantener el Gobierno sobre un partido y una España rota (lo que es imposible) o sobre una España unida y un partido roto (lo que también sería imposible). Es decir, la crisis del PSOE sería terrible y la ruptura del PSOE (por la salida de una de las dos facciones) a medio o largo plazo, inevitable.

Pero es muy posible que los separatistas no quieran hoy elecciones tampoco y busquen una tregua táctica.. De hecho, hay ya un primer gesto de que esa tregua se puede producir y es que Torra ya ha pasado por el aro de proponer para su Gobierno consejeros nuevos, sin cargas judiciales pendientes. Los separatistas, tras el fallido golpe, van a volver a sus cuarteles de invierno, a reorganizarse y a acumular fuerzas para, andando el tiempo, cuando lo estimen oportuno, volver a la carga contra España para, esta vez sí, alcanzar sus objetivos finales y destruir la nación. Para contentar al electorado separatista, a Pugidemont y los suyos les van a bastar gestos de apaciguamiento por parte de Sánchez, como puedan ser inicialmente «mesas de diálogo» y el acercamiento de los sediciosos encarcelados a prisiones catalanas, Los separatistas saben que hoy por hoy no pueden conseguir mucho más, porque si Sánchez accediera al referéndum, el PSOE y la propia España saltaría en mil pedazos. Así que Torra, Puigdemont y compañía esperarán a que pase el tiempo y a que la acción del nuevo Ministerio de Justicia les permita a sus encarcelados incluso la libertad condicional antes del juicio. Es posble que, además, los separatistas prosigan ahora (con el consentimiento de Madrid) su acción en el exterior con sus embajadas y de seguro afinarán (gracias a los impuestos de todos los españoles) todo su aparato educativo, mediático y policial preparando el siguiente asalto contra España. La política de gestos cobrará enorme importancia durante estos meses, porque así podrán esconder y justificar que estén abandonando (tácticamente) el objetivo final. Eso sí; seguirán intentando armar a su Policía para el próximo choque con el Estado. Es decir, se trata de una tregua, nunca de una paz.

Caso parecido es el del PNV, que tampoco quiere elecciones y que también quiere justificarse ante su electorado. Sus movimientos hacia la vía catalana irán en aumento en este periodo. Tienen miedo de que una reacción de la ciudadanía española pudiese destronar a Sánchez y condujese a un Gobierno español que incluso pusiera en duda el cupo vasco. Se concentrarán sobre todo en acercar los presos etarras a las cárceles vascas y se volcarán en fingir un paisaje de reconciliación interna con la inestimable ayuda de los socialistas vascos. Los proetarras de Bildu navegarán en esa misma estela.

Los neocomunistas de Podemos intentarán dar a Sánchez el abrazo del oso. En mi opinión, Iglesias ha llegado al convencimiento por fin de que España no es Venezuela y de que, no habiendo en nuestra nación una clase social miserable que se conforme con subsistir gracias a subsidios (la base del populismo americano), su acceso al poder en solitario es imposible. Cuando se alejó de la careta comunista de IU se quejaba de que estaba llena de “pitufos gruñones”, pero él se ha convertido en el nuevo “pitufo gruñón”; eso sí, desde su nuevo chalé de Galapagar. Van a ser el socio más agrio de Sánchez y el que les va a proponer más problemas, pero menos de los que les gustaría porque su popularidad en España cada vez será menor.

¿Y si estas fuerzas son tan heterogéneas en qué pueden estar de acuerdo?

Pedro Sánchez ha sido llevado al poder por fuerzas muy dispares que solo tienen en común el deseo de romper el consenso constitucional de 1978 para sustituirlo por una república (o por varias, si añadimos la catalana y la vasca). Pero la política económica de PNV y Podemos es absolutamente irreconciliable, así que ¿en qué pueden estar de acuerdo todos?

En primer lugar, en el guerracivilismo que utilizó Felipe González y afiló dramáticamente Zapatero. La Ley de memoria histórica reunirá enormes cantidades de dinero e impondrá la visión estalinista de la historia de los años treinta, incluso con medidas coercitivas. Veremos series, películas, documentales y libros que seguirán en esta estela de enfrentamiento ochenta años después de la finalización del conflicto. ¿Por qué? Porque de ese guerracivilismo viene la culpabilizacón de la derecha española y su castración ideológica. De ahí es de donde extraen todos ellos el argumentario para deslegitimar la ideología liberal y nacional.

En segundo lugar, veremos un auge tremendo de todo lo que tenga que ver con el feminismo. Las campañas y el dinero que se va a donar al movimiento feminista van a ser también tremendos. A esta vorágine se sumarán presumiblemente también Ciudadanos y el PP, incapaces, como ya hemos visto, de articular un discurso propio y ecuánime sobre el tema.

En tercer lugar, la educación. La derogación/modificación de la LOMCE  va a ser cuestión de meses. Puede que no llegue ni a comenzar el nuevo curso académico. Es posible que no puedan a corto plazo sustituirla por otra ley por su falta de entendimiento interno, pero sí harán que cobren naturaleza el adoctrinamiento feminista, guerracivilista y antiespañol en las escuelas (sobre todo en las catalanas).

En cuarto lugar, la lucha contra la lengua española. Los procesos contra la lengua española en Navarra, Valencia y Asturias cobrarán mayor vigor y pronto se traducirán en medidas educativas y sociales que significarán el debilitamiento de los hispanohablantes y la fragmentación de la convivencia entre españoles dificultando la emigración al evitar el acceso a la función pública por medio de medidas lingüísticas.

En quinto lugar, gestos contra la Iglesia. Tampoco excesivos por dos razones. La primera porque en Cataluña y Vasconia, el clero se ha demostrado como manantial del separatismo desde siempre y, en segundo lugar, porque la Iglesia ya ha mostrado en estos meses su pasividad ante la destrucción de España. Parece mentira que una institución que no sería hoy nada sin la labor de España en América, no haya emitido una sola nota sobre Cataluña. Incluso, en determinados sectores eclesiásticos, la ideología está más cercana al PSOE que a la derecha liberal.

La reorganización de las fuerzas nacionales

Con la disipación del humo de la moción, un nuevo paisaje se nos dibuja. Hay unas fuerzas que se han unido a un lado para echar a Rajoy. Son las mismas fuerzas que estaban unidas en el llamado bando republicano durante la guerra civil: socialistas, comunistas y separatistas. Yo sé que no es esto lo que desearían los socialistas, pero las cosas por norma general, ocurren de una manera porque no pueden ocurrir de otra. Es el precio de haber seguido apostando hasta hoy por el guerracivilismo y haber preferido durante décadas a la derecha racista catalana y vasca a la derecha española. El PSOE, el verdadero hacedor cultural de la España en que vivimos, ha creado una sociedad en la que los viejos fantasmas de hace un siglo siguen en pie. No se puede invocar a los muertos impunemente. Porque ahora, nuevamente, esos muertos les han convocado. Y ellos, los socialistas, nuevamente, han acudido a su llamada y se han alineado juntos.

Y cuando un frente se alza ante ti, hay dos opciones: o ignorarlo o enfrentarlo. Rajoy optó, como toda la derecha española desde la transición, por ignorarlo, renunciando a actuar y a defender ideas y programa. Rajoy renunció a defender a la nación. Rivera ha demostrado hasta ahora su incapacidad para actuar y su incomprensión del desarrollo de los movimientos sociales que, en muchas ocasiones, se dan como resultado de un proceso de acción-reacción.. A cada palabra de los adversarios hay que responder con otra palabra. A cada acción de los adversarios, hay que responder con otra acción Eso se traduce hoy de la siguiente forma. A cada palabra de los enemigos de España hay que responder con otra palabra. A cada acción de los enemigos de España, hay que responder con otra acción. Y Rivera no está haciendo esto como vemos cada día en Cataluña, donde la población asiste al rearme separatista sin que nada se le oponga.

Como en tantos otros momentos de la historia, los españoles nos enfrentamos a la crisis nacional sin el apoyo de nuestra burguesía que, nuevamente, ha evidenciado su ceguera y falta de patriotismo, prefiriendo su cuenta de resultados a la cohesión nacional. No son conscientes, ni ellos ni tantos otros, de que, si desaparece España, gran parte de su negocio estará perdido. Sí son conscientes muchos españoles que comprenden que, si se rompe la nación, todo lo construido juntos desde hace milenios, desde los hospitales hasta las carreteras, se destruirá. Si son conscientes muchos españoles de que todos los lazos entre familiares de distintas regiones, todo lo amado y recorrido unidos en cordial convivencia, se destruirá. Y esos españoles, que son la mayoría, no quieren que eso se pierda.

La mayoría de los españoles queremos tener amigos y familiares en otras zonas de nuestro país y saber que algo más que la amistad nos une a ellos. Y ese algo más es España. La mayoría de los españoles queremos pasear por todas las regiones de España sintiéndonos en casa, comunicándonos en nuestra lengua común, que es el español. Y eso es España. La mayoría de los españoles sabemos que provenimos de un pasado unido en el que hemos vivido unidos hechos memorables y lamentables y que esa es nuestra historia.  Y eso es España. La mayoría de los españoles sabemos que somos una de las grandes naciones de Europa y que nuestra aportación a la historia de la humanidad es indiscutible. La mayoría de los españoles sabe que unidos somos más fuertes. Y eso es España.

Y por eso España sabe que se mantiene unida, como siempre ha sido desde la época romana, porque los españoles, a pesar de las minorías amargadas de cada zona y a pesar de nuestros torpes y egoístas caudillos, nos queremos y nos seguiremos queriendo. Porque España somos los españoles.

Eso es lo que cada español consciente debe explicar serenamente a cada español que no se da cuenta del tesoro que tiene. Y ahora toca defender ese tesoro.

Es el turno de las fuerzas nacionales y es momento de unidad. De la maestría en la operación de las fuerzas políticas nacionales depende el futuro de todos. Pero seamos optimistas. Que no quepa duda de que la idea política que consiga agrupar a su alrededor a los españoles conscientes, tendrá el poder en un futuro no muy lejano en sus manos. Y que no quepa duda de otra cosa: a lo largo de la historia los españoles siempre se han unido, de forma natural, cuando se tenían que unir. Ahora no será diferente.

¿Hacia la guerra civil?

Desgraciadamente, España se enfrenta a la mayor crisis nacional desde la Guerra Civil. No ha habido en los últimos cien años mayor peligro de disgregación nacional y de enfrentamiento entre los españoles que los acontecimientos que estamos viviendo estos días.

Estamos ante la mayor crisis nacional desde 1939

Ni siquiera los años posteriores a la muerte de Franco o el golpe de Estado de 1981 habían llevado a las calles y a la vida cotidiana de los españoles el clima de crispación nacional que hoy, desgraciadamente, vivimos. En aquellos tiempos, por supuesto, fuimos espectadores y partícipes de actos violentos y asesinatos políticos, pero la violencia era ejercida y sufrida directamente por una minoría de la población. Fuera la ETA, fueran facciones terroristas de extrema derecha, lo cierto es que sus actos violentos en ningún momento supusieron un peligro real de quiebra del sistema político ni de ruptura de la unidad nacional. Ni en sus mejores sueños tuvo la ETA  la capacidad de situar la independencia de Vasconia en la agenda política cotidiana. Eran, en el fondo, un grupo de rudimentarios asesinos sin otro horizonte que la violencia.  Incluso durante el golpe de estado de 1981, la violencia ejercida por algunos  sectores del Ejército duró horas escasas y no supuso quiebra alguna de los partidos democráticos. Nunca se produjo en los años anteriores una crisis de estado como la que ahora enfrentamos.

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Y esto debido a una razón esencial: durante la Transición, todos los partidos políticos nacionales apoyaban el régimen constitucional y los nacionalismos dominantes iniciaban su camino hacia la secesión de forma hipócrita, fingiéndose leales al Estado de derecho para ir despojando a España, uno por uno, de sus mecanismos estatales de igualdad democrática (educación, policía, sanidad, etc.). El extremismo nacionalista era marginal.

La crisis del modelo de 1978

Pero, por diferentes razones que ahora no analizaremos, hay cambios esenciales en la situación. Por un lado, los partidos nacionalistas catalanes se han radicalizado hasta adoptar ya posturas abiertamente independentistas y por el otro, el surgimiento del neocomunismo y su irrupción en el Congreso con un grupo de diputados muy numeroso ha conducido al sistema constitucional de 1978 al momento de mayor crisis de su historia. Los acontecimientos de Cataluña demuestran esta crisis y a la vez, la postura de los partidos neocomunista y separatistas ante los mismos suponen en la práctica la destrucción del consenso constitucional alcanzado con grandes esfuerzos para poder instaurar la democracia en nuestra nación.

España, como nunca desde los tiempos de la República, está dividida. Hay un porcentaje amplio de la población que apuesta  ya, sin ambages, por la ruptura del pacto social de 1978, aunque no pueda ofrecer un pacto nuevo con más apoyos que el vigente. La aceptación de unos valores comunes por parte de los españoles, encarnados en el voto masivo a la Constitución de 1978 ya no existe. Creo que hoy día, sería prácticamente imposible no ya votar una nueva constitución, sino ni siquiera redactarla. No habría consenso. Y eso quiere decir, digámoslo claro, que una parte de la sociedad se niega al consenso que es la asunción del pacto de mínimos más amplio posible. Hoy los mínimos de los neocomunistas pasan por establecer una república inspirada en los años treinta  y los de los separatistas por la posibilidad de independizarse. En esas bases, los mínimos pasan a ser máximos por lo que el consenso es, simplemente, imposible.

Es por ello también que las posturas equidistantes alumbradas desde el PSOE y sus altavoces mediáticos en las que se pide diálogo entre las partes (incluyendo ese movimiento supuestamente espontáneo de las camisetas blancas que surgió ayer) está condenado de salida al fracaso. No hay nada que negociar porque las posturas son absolutamente irreconciliables y no tendrán jamás acuerdo. Chamberlain tuvo que dar paso a Churchill tras intentar apaciguar a Hitler. No hay tercera vía y cuánto antes lo comprendan los socialistas y quienes les siguen, mejor para España y para los españoles.

La similitud de la situación actual con la de los años treinta.

Puestas así las cosas, resulta harto significativa la similitud de los acontecimientos que vivimos con la que se vivió en España a partir de 1930 y sobre todo, a partir de 1934-35. Explicaremos sencillamente esta idea. En 1930 las organizaciones republicanas, el PSOE y las organizaciones catalanistas sellaron el Pacto de San Sebastián, un pacto unitario para acabar con la monarquía e instaurar la república. Sus planes dieron fruto pocos meses después, en abril de 1931. El bloque actual es parecido: se ha producido una confluencia de intereses entre los separatistas catalanes y Podemos. Ambas fuerzas quieren acabar con el sistema. Dos fuerzas inicialmente enfrentadas por ser de izquierdas y de derechas, abandonaban sus diferencias para unirse contra la monarquía. Eso mismo ocurre ahora.

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Otra similitud de la situación actual con la de los años treinta es la aparición en el tablero catalán de una fuerza de reminiscencias proletarias. Esta fuerza nueva es muy agresiva y muy amiga de la acción directa. Están dispuestos a la violencia con tal de destruir la unidad de España y el propio sistema capitalista. La agresividad de esta fuerza es tal que ha polarizado el debate catalán arrastrando a sus posturas extremistas a Esquerra Republicana primero y a la burguesía catalana después. Es la nueva CNT y se llaman la CUP.

Finalmente, el PSOE, el partido mayoritario histórico, se debate en una potente crisis histórica y ha perdido evidentemente la capacidad de liderar el proceso, tal y como le ocurrió desde el inicio de la guerra. Un partido reformista poco tiene que ofrecer cuando la alternativa supone tomar partido entre la conservación del orden y la sustitución violenta del mismo. En ese terreno, simplemente no hay espacio para la reformas. Y así, sus dirigentes (en tanto en cuanto no se solvente la crisis de Estado) se dividirán entre quienes apoyen las políticas de derechas y quienes se vean arrastrados por los neocomunistas (como ya les ocurrió en los años treinta, acabando de satélites del viejo PCE exceptuando a Besteiro y otros dirigentes antiguos que serían hoy las figuras de González o Guerra). Ese mismo papel subsidiario y a remolque de los comunistas ya se ha comenzado a dar y la política dubitativa de Pedro Sánchez es muestra de ella.

 

¿Quién nos quiere llevar a la guerra y por qué?

Estas semanas diferentes personas cercanas me han dicho que tenían miedo de lo que pueda ocurrir y, efectivamente, lo cierto es que la ruptura del consenso no va a solventarse probablemente en mucho tiempo y por ello, la radicalización de la situación política española es un riesgo que vamos a vivir en los próximos años.

Lo que cualquier español debe comprender es que una nación, y más la nuestra, España, se fundamenta en un complejo equilibrio de fuerzas que se sostiene unido por la aceptación de unas normas comunes. Esas normas comunes son las leyes y más en concreto, la Constitución.

Hay que ser claros y coherentes: estar en contra del régimen constitucional de 1978 (sobre todo si no se asegura un nuevo marco de convivencia con más apoyos que el anterior) supone en la práctica romper ese equilibrio y abogar por el enfrentamiento entre españoles. Si no hay Constitución (y no la hay para Podemos y los separatistas), se abre obligatoriamente un  periodo de desequilibrio y tensiones que no puede arreglarse salvo con un enfrentamiento civil en el que una parte venza a la otra. Es decir, como ya dije yo desde el principio en otros artículos del blog, el objetivo último de Podemos es quebrar el orden constitucional para imponer su ideario comunista y eso, en la práctica, supone conducirnos a una nueva guerra civil. Tras la “sonrisa de un país” (cínico eslogan en las últimas elecciones) y la dialéctica cursi que gastan Iglesias y los suyos está la ambición, cada vez menos ocultada, de acabar con el régimen actual. Y como esto será imposible (pues una gran parte de los españoles de toda condición no lo consentirán sin oponerse con vigor, (empezando por el tejido empresarial y acabando por el pueblo llano, como hemos visto estos días), el apoyo a las tesis de Podemos supone, inevitablemente, iniciar el camino hacia la guerra civil. No es ninguna casualidad que los neocomunistas se estén aliando (de nuevo, casi cien años después) con las fuerzas separatistas. Su intención, ya evidente a todas luces, es volver a formar un Frente Popular. Falta saber si el PSOE de Sánchez secundará finalmente su fatídico empeño.

Ley o Revolución

Así pues, todas las personas bienintencionadas y pacíficas que les están votando, tienen que pensar hasta qué punto están dispuestas a seguir el acoso y derribo del consenso constitucional, hasta qué punto quieren quebrar la convivencia pacífica que hoy disfrutamos y hasta qué punto creen que merece la pena jugarse la vida propia y la de los demás por sus ideales (que han fracasado en todas partes donde se han puesto en práctica desde Rusia a Venezuela pasando por Cuba).

A esto se me podrá objetar que por qué han de aceptar los neocomunistas un consenso en el que las actuales clases favorecidas sigan siendo favorecidas y ellos sean los perjudicados. La respuesta en tan obvio como dura y simple: porque es ese el equilibrio actual y es el que nos mantiene en paz. Esa es la Ley que consensuamos entre todos. Ni más ni menos. El Estado y la sociedad se sostiene (y se sostiene bien como podemos ver en los niveles de bienestar que hemos alcanzado por encima de los de Cuba o Venezuela) gracias a este equilibrio existente. Al imperio de la Ley sostenido por medio de cuerpos de hombres armados para hacer cumplir las leyes. Lo contrario es el Oeste, la intimidación, el odio y la violencia, tal y como hemos visto estos días. Dinamitar los cimientos del edificio, ha de suponer, inevitablemente, que el edificio caiga. Y eso supone, también de forma inevitable, violencia. Y como los inquilinos actuales, que viven en paz, no lo van a permitir y además tienen de su lado las leyes y el aparato coercitivo del Estado, el enfrentamiento social está servido. Como bien sabe Iglesias, el que conduce el convoy, es imposible hacer una tortilla sin romper los huevos. Es imposible zarandear la sociedad sin que ejercer la violencia y quebrar las leyes. Es imposible que el Frente Popular venza salvo por el uso de la violencia, tal y como también se está demostrando en Barcelona estos días.

 

¿Qué lecciones debemos aprender del pasado? Barcelona como laboratorio.

Afortunadamente, la Barcelona y la Cataluña del 1 de octubre es un experimento, un enorme laboratorio que nos conduce al pasado del Frente Popular y al futuro de nuestra patria, porque en esencia, las fuerzas que contienden ahora mismo es Cataluña son las herederas de las que contendieron hace casi cien años

El pasado español nos enseña varias cosas. La primera, que a una guerra civil no se llega de la noche a la mañana. La historiografía comunista española ha idealizado falsariamente la República y ha retratado la guerra civil como la consecuencia de un golpe de Estado contra la población. Este relato es de un simplismo atroz y ha tenido como consecuencia que los españoles de hoy no sean capaces de discernir con claridad lo que supone entrar por la senda de la negación de la legalidad vigente. Cuando se niega la Ley, solo hay una alternativa: la Revolución. Y no existen revoluciones sin muertos ni enfrentamientos civiles. Eso mismo es lo que acabó ocurriendo en 1936. La reacción militar y social ante un proceso revolucionario que se había iniciado en 1930.

El golpe de 1936 y sus causas

Así mismo, las últimas investigaciones históricas que demuestran que la victoria electoral del Frente Popular fue un fraude (que nos recuerda a los episodios vividos en Barcelona este 1 de octubre de 2017 con las urnas que llegaban a los colegios ya llenas de papeletas) arrojan una luz y un enfoque distinto sobre lo ocurrido en 1936 y explican mejor que el relato comunista que nos enseñaron en el colegio por qué una gran parte de la población española apoyó la insurrección militar encabezada por Franco. No se engañen: sin ese apoyo popular el triunfo de Franco habría sido imposible. Y muchas de las personas que apoyaron (de forma activa o pasiva) el golpe de estado de 1936 no lo hicieron por que fueran más o menos militaristas o fascistas, sino porque comprendieron que España estaba en una situación anárquica. Baste recordar que entre febrero de 1936 y julio del mismo año había tres asesinatos políticos diarios. Lean por favor las memorias de personas tan poco «fascistas» como Orwell o José Luis Sampedro, cuando reflejan como se vivía esa revolución idílica en las calles. En una situación de inseguridad así, con la crispación general que esto supone y que ahora podemos ver en Barcelona como si fuera un laboratorio, ¿cuántos de nosotros hoy no desearíamos una vuelta al orden y al trabajo y a la paz social? ?¿cuántos no estarían temerosos de ver grupos de jóvenes armados  de la CUP irrumpiendo en los comercios? ¿No es acaso justamente la quiebra de la convivencia lo que más temen las personas normales de Barcelona a día de hoy?

¿Qué ocurrirá en el futuro?

Pero hay motivos para no caer en el desánimo y en el temor infundado. Hoy son muchísimas las diferencias que nos separan de aquellos meses aciagos.

El fundamental, la creación de una clase media que entonces no existía. La huida de depósitos de catalanes temerosos de la independencia y de la anarquía subsiguiente es una muestra de la fuerza que hoy tienen estas capas y de lo rápidamente que se desengañarían los propios separatistas al comenzar la violencia en serio con las CUP dominando las calles (y no les quepa duda de que empezaría como ya se ha empezado a ver). Si en los años treinta, una gran masa de campesinos y de obreros pudieron ser objeto de la propaganda comunista fue debido a sus paupérrimas condiciones de vida. El odio y la violencia surgen, inevitablemente en la pobreza. Eso no quiere decir que no puedan surgir en la riqueza, pero en la pobreza son efecto seguro. En una situación económica como la actual, el techo de los comunistas es el 10% de la población. Tiene algo más por el tremendo apoyo mediático de la Sexta y su grupo, pero nunca llegarán al 20%. Y ni con un 30%  se puede hacer triunfar una revolución si el otro 70% se organiza mínimamente,

En segundo lugar, la ausencia de armas en el bando del nuevo Frente Popular. La población entonces tenía armas de la Revolución de 1934 y hoy no. Yo no descarto que la Generalidad haya comprado en el mercado negro en los últimos veinte años fusiles y otras armas ligeras (de hecho sabemos que lo ha intentado), pero en una guerra convencional contra un Ejército profesional el enfrentamiento actual sería rápido. La capacidad de corromper el Ejército al estilo venezolano en España es casi imposible.

En tercer lugar, el Ejército español es profesional y eso dificulta enormemente la infiltración de elementos comunistas en sus estructuras. Hoy la división del Ejército ante una eventualidad así es casi imposible.

En cuarto lugar, la fuerte presencia de una inmigración de origen hispano en España como muy bien saben los separatistas vascos y catalanas. Precisamente esta es la razón por la que los separatistas han impulsado una inmigración de musulmanes en Cataluña. Las masas latinoamericanas de Ecuador o Colombia han venido aquí justo a vivir en paz y a alcanzar unas cotas de bienestar que no tienen en sus países de origen. Están agradecidos a España y defienden nuestro idioma. Pocos de estos emigrantes apoyarán las ideas del nuevo Frente Popular. Solo el hundimiento de la economía nacional podría alterar esto.

Y el quinto y definitivo: la integración europea. Hoy un proceso revolucionario en España sería contestado sin contemplaciones por Francia y Alemania. Mientras la UE esté en pie, este proceso es muy difícil.

Dicho de otro modo, para que Pablo Iglesias y los suyos puedan arrastrarnos a una guerra civil se necesita que la economía española se hunda y que la Unión Europea se rompa. Si esas dos circunstancias se dieran, entonces, todos los que votan a los neocomunistas Podemos se dividirían en dos grupos: los que comenzarían a ejercer la violencia callejera e institucional y los que asistirían estupefactos y luego asqueados (creyéndose inocentes) a sus actos. Y, entonces sí, de ahí a una nueva guerra civil no habría más que un paso.

Ahí es donde nos quieren conducir Pablo Iglesias, Oriol Junqueras y la CUP. Que nadie se lleve a engaño, por favor.

En manos de la televisión

En las últimas semanas se han ido sucediendo una serie de noticias que son verdaderamente escandalosas. Y no me estoy refiriendo simplemente a los casos de corrupción, que lo son y mucho. La familia Pujol o Ignacio González se suman a una larga y desastrosa lista que encabeza, tristemente, la propia Casa Real. No es que los minimicemos, pero la corrupción ha existido y existirá siempre (como ya señalamos en otra entrada en este mismo blog), porque no es que los políticos sean corruptos, sino que los seres humanos son corruptos y ha sido, es y será imposible evitarlo.

Pero en este contexto de corrupción generalizada, quiero poner el énfasis en un aspecto que, entre la hoguera de informaciones que nos consume, se ha relegado a un discreto segundo o tercer plano y que, sin embargo, es una muestra mucho más palpable que el Tramabús de cómo funciona nuestro sistema político. La Guardia Civil, en su afán persecutorio de la operación sobre el Canal de Isabel II ha interceptado unas grabaciones en las que el presidente del diario La Razón y adjunto al presidente de Atresmedia,, un anteriormente desconocido Mauricio Casals, le dice a un encarcelado por la operación que «el sándwich al PSOE con La Sexta funciona de cine». Es decir, reconoce que la línea editorial de La Sexta sirve para potenciar a Podemos y, como consecuencia, debilitar al PSOE, lo que a su vez favorecería al PP, pues una gran parte del electorado, temeroso de que gobierne un partido de extrema izquierda, que apoya tácita o expresamente dictaduras como la cubana o la venezolana, votaría al PP como forma de evitar el triunfo de los comunistas de Podemos.

Efectivamente, este hecho se está produciendo y de ahí que, a pesar del lodazal cotidiano de casos de corrupción que asola al PP, la mayor parte de los españoles le han confiado, aunque poniéndose unas pinzas en la nariz, su voto.

A menudo oímos hablar a muchas personas jactándose de su independencia. Hemos podido ver en las tertulias de La Sexta a periodistas cercanos al PP y cercanos a Podemos enfrentarse de forma ácida, reivindicándose como paladines de la moral y la dignidad. Hay podemitas que hablan como si ellos mismos fueran Jesucristo resucitado, que vinieran a liberar a la humanidad (o al menos a España) de la opresión de una casta insana, de una trama abominable. y criticando a los medios. ¿Pero qué sería de Pablo Iglesias y de Podemos sin La Sexta? ¿No participan todos de otra trama infecta? ¿Por qué no aparece en el Tramabús el propio Casals o Marhuenda o el mismo García Ferreras? Hemos oído también a los gobernantes del PP enfrentarse a ellos un día para a los dos o tres días estar entre rejas. Vemos a diario a ese portento de la intelectualidad, un tal Wyoming, reírse y ridiculizar a los populares, sabiendo que es un peón de una estrategia diseñada desde Génova para debilitar al PSOE.

Y ahora resulta que todo esto no es más que un circo en el que unos y otros se rhan repartido las caretas para medrar a costa del pobre ciudadano que, debe optar entre Guatemala y Guatepeor. Porque para un votante moderado, para una persona con cierto sentido común y un mínimo de inteligencia, escuchar a este personaje es una garantía de que Rajoy gobernará siempre.

Así que por un lado, tenemos un Gobierno que en vez de potenciar un PSOE leal con España, la Unión Europea y el capitalismo reformista (lo que sería lógico) prefiere crear un Frankenstein que aterrorice a las personas conservadoras y les haga cautivo de su mensaje: yo o el caos. Por el otro, tenemos un partido comunista que se ha rebautizado y ocultado tras el 15-M de la misma forma que ahora Le Pen quiere ocultarse disolviendo el Frente Nacional en un movimiento de patriotas.

Y los pobres ciudadanos españoles, ¿qué podemos hacer? Pues al menos, ser conscientes de que por mala que sea la corrupción económica, que lo es; peor es la corrupción moral. Al menos ser conscientes de que estamos en manos de la televisión y de que estas no son las bases de la regeneración pues la estrategia de elevar un monstruo comunista de la nada (como ha hecho Podemos gracias a la televisión), solo puede conducir al final a la violencia.

¿Qué va a ser de Podemos?

Esta ya es. la tercera entrega dedicada a este partido político. Nos proponemos en ella explicar cuáles son a nuestro juicio las razones que han llevado a. Podemos a la situación de crisis que padece hoy día, a escasas horas de su Vistalegre 2, y cuáles son las perspectivas que creemos se abren para este partido político en las próximas semanas y meses.

Vayamos por partes y comencemos por las causas de la situación actual

Podemos: Un partido oportunista

El surgimiento de Podemos no fue algo espontáneo (como ellos nos han intentado hacer  creer) ni tampoco el resultado de una nueva correlación de fuerzas social (como también ellos mismos han intentado difundir), sino el resultado de la intención consciente por parte de viejos grupos de extrema izquierda, de capitalizar la movilización y los sentimientos de simpatía de millones de personas . Y por ello, al ser Podemos un partido oportunista basado en la integración de esos viejos grupos pre-existentes, es normal que en esa heterogeneidad aviven con facilidad las diferencias e se impulse la crisis. Así pues, para entender la crisis del Podemos actual hay que profundizar en los objetivos diferentes que persigue cada uno de sus viejos grupos fundacionales.

Los trotskistas-maoístas son los padres de Podemos

Podemos surge porque un grupo de extrema, Izquierda (Anticapitalista, herederos de la Liga Comunista Revolucionaria y del Movimiento Comunista) realiza allá por enero de 2014 un análisis acertado de la situación . Su título es muy significativo: Mover ficha: convertir la indignación en cambio político. La idea era capitalizar las movilizaciones del 15-M presentándose como sus inequívocos impulsores. Este manifiesto es difundido por el diario Público. ¿Saben quién es el propietario de Público? Jaume Roures, ese viejo amigo de Zapatero al que el antiguo presidente le concediera la cadena de televisión La Sexta. ¿Y saben en qué partido militó Roures antes de ser rico y burgués? Acierto. En la Liga Comunista Revolucionaria; es decir, en Izquierda Anticapitalista, donde en buena lógica, sigue teniendo buenos y viejos amigos. Todo esto es accesible en Wikipedia, no me lo estoy inventando. Basta con pinchar en los enlaces que dejo en este artículo para ver que es verdad.

A este manifiesto se adhieren Monedero y Pablo Iglesias arrastrando a su grupo de amigos de la facultad y a otros activistas de extrema izquierda de su entorno, tanto jóvenes como maduros.  Los Anticapitalistas aceptan a Pablo Iglesias no porque les guste un estalinista (eso es imposible para un verdadero trotskista), sino porque Pablo Iglesias ya se había hecho famoso en Intereconomía desde la primavera de 2013 y ellos en su manifiesto decían textualmente que era imprescindible «La presencia de una serie de personalidades con proyección mediática como cara pública del proyecto». Lógicamente, estos chicos de Anticapitalistas llevan en política muchos años y ya se habían ido escaldados de Izquierda Unida en 2007 (donde estaba el mismo Pablo Iglesias), pero ahora le aceptan sabiendo lo que es (un zorro estalinista), porque no tienen otro igual que sala en la tele como él. Anticapitalistas obtuvo unos birriosos 15.000 votos en las elecciones de 2009 y ahora en 2014 se frotan las manos pensando que pueden llegar a millones de personas. Bien vale la pena, piensan, aliarse hasta con el diablo (el estalinismo), si es, para conseguir sus objetivos. Hoy alcanzar la tarta de votantes y mañana…, ya veremos. Por ahora, la idea que aúna a todos es fingirse jóvenes indignados y capitalizar el voto del 15-M.

Pablo Iglesias: el caballo de Troya estalinista

Y Pablo Iglesias se suma también a ese carro de la mentira. Y ya que Anticapitalistas se viste de indignado, pues él también. Y Monedero, el cobrador de Venezuela, también. Y el otro que es ocupa, también,; y el otro que es activista de lo que sea, también… y el otro, y el otro y el de más allá… ¿Por qué no? Si al fin y al cabo,ellos no tienen oficio ni beneficio y la «gente» a la que se dirigen no dejan de ser unos pobres desgraciados que no pueden ni imaginarse que son simples peones pasivos a los que engañar y movilizar.

¿Y quién este Pablo Iglesias? Un chico obediente, marcado por su apellido más que un nieto de Franco, educado por su padre estalinista, madre, tía y abuela estalinistas y tutorizado por los cuadros comunistas como Monereo desde los 14 hasta los 21 años. ¿Que´puede esperarse de una persona así educada? Salvo que tenga una enorme personalidad (que no la tiene) Pablo Iglesias no podía ser otra cosa que un vulgar estalinista. Es muy difícil abandonar a tu familia y a tu pasado. Y el pobre Pablo Iglesias no ha podido hacerlo. A mí desde el principio me pareció que Pablo Iglesias era un submarino de Anguita y del viejo PCE. Los hechos parecen confirmarlo.

Quien no ha tenido contacto nunca con estalinistas no sabe cómo son. Yo, desgraciadamente para mí, tengo contacto con ellos desde la infancia y los conozco muy bien. Los estalinistas se caracterizan tradicionalmente (desde Stalin) por su doblez, su cinismo y su obsesión por el control del poder. Esos son sus rasgos distintivos mucho más que su ideología comunista. Así, hemos podido ver a Pablo Iglesias enorgullecerse de que era comunista siempre que fuera en actos comunistas para negarlo poco después en actos de Podemos o en platós de televisión. Pero en realidad, Pablo era un mero peón de Anguita y del estalinismo tradicional y su objetivo, desde el principio, fue estalinizar Podemos. Para ello, monta una estructura donde todo depende del Secretario General, que es él, por supuesto. Una vez conseguido esto en Vistalegre 1 (ante la ingenuidad de la militancia y de sus propios compañeros de Podemos), va defenestrando a quien no procede de las Juventudes Comunistas como él, hasta formar una dirección totalemente homogénea y férrea. Como denunciaba Luis Alegre, son todos sus viejos compañeros de las Juventudes Comunistas, que según él «lo tienen secuestrado». En la misma línea, publica otro artículo otro profesor de la universidad, también cofundador de Podemos: Carlos Fernández Liria. Huele todo al viejo estalinismo que hasta hemos podido ver en las últimas semanas una foto en la que se ve al viejo grupo fundacional de Podemos con Iglesias en El Centro. Aparecen rodeados con un circulo todos los que ahora han sido desplazados del poder por Pablo Iglesias. Son casi todos. Me recuerda a la foto de un libro sobre Stalin en la que salía el comité central del PCUS en 1917. En 1940 solo quedaba uno vivo: era Stalin. Que no le quepa a nadie la menor duda de que el objetivo de los estalinistas es el control absoluto de Podemos. Y para ello, tienen que destruir a todos los demás.

Los ingenuos profesores de universidad y el más listo de la clase: Errejón.

Junto a Pablo Iglesias y por debajo de él, al fundar Podemos, quedan sus compañeros de facultad (personas con escaso bagaje académico como él y más preocupados por los «movimientos sociales» y vivir una vida «guay» y «chachi» que por preparar sus clases o investigar en serio). Casi todos chicos bien, procedentes de buena familia, algo ingenuos y lo suficientemente altruistas como para vivir de papá y mamá hasta poder vivir del erario público. Gente que desconoce la historia del movimiento obrero y que no ha hecho política en serio nunca, más allá de organizar sencillos abucheos a Rosa Díez o a quien se acerque por su feudo de Sociología. Estos chiquillos (aunque tengan cincuenta años como Bescansa) viven en el limbo de su ingenuidad. Y la imagen de Pablo Iglesias, que sale por la tele y encima da las clases sentado en el suelo en vez de en la tarima., les subyuga. Desde luego no parece Stalin,  sino Jesucristo. ¿Puede haber un profesor mejor? Y se creen su cuento. Y le apoyan hasta sus últimas fuerzas. Y se creen todo eso de la democracia y la representatividad (algo que un estalinista desprecia por definición).. Y cuando se quieren dar cuenta, su viejo amigo Pablo les quiere llevar al matadero o fuera del partido. Pero atención: hay uno de ellos que es el más listo de la clase. Y parece más tonto de lo que es, pero no es nada tonto. Y además tiene un papá que se las sabe todas. Un tipo que ha sido capaz de militar en la extrema izquierda desde los años setenta y ser director general con la UCD y el PP tiene un mérito impresionante…. ¿O no? Yo estoy seguro de que Pablo Iglesias pudo engañar a todos menos al padre de Errejón. Y Errejón padre orientó a Errejón chico para que se preparase para dar e salto. Y al final, el chico dócil, ese que se comía un pan con azúcar y parecía un niñito, es el que le puede quitar a los Anticapitalistas y a los estalinistas la tostada. ¿A qué es divertido? Y por eso, Errejón y los profesores de universidad que le rodean, que están comprendiendo la verdadera naturaleza del estalinismo, se aprestan a la batalla.

Posiciones ante la batalla de Vistalegre

  1. Pablo Iglesias quiere ganar y que Errejón siga en el partido; pero mucho ojo, bien sumiso, como la cara amable que atraiga el voto más a la derecha sin espantar a los comunistas tradicionales. Eso es posible si Iglesias engaña y Errejon se deja engañar… o finge que se deja engañar esperando su momento. Pero ante todo, Iglesias quiere ganar y para eso lanza un órdago: Yo soy el más mediático. Si yo pierdo, me voy de las televisiones y del escaño.  ¿Qué vais a hacer sin mí, chicos?
  2. Errejón por su parte quiere que Iglesias siga siendo el líder oficial para aprovechar su tirón mediático, pero quiere que sean sus ideas (más abiertas al PSOE) las que triunfen. Eso es imposible. Si Pablo no vence ideológicamente, se retirará para crear una crisis.
  3. Los Anticapitalistas quieren que cualquiera de los dos gane, pero con la suficiente debilidad como para que les necesiten. Por preferir, que gane Errejón, al que suponen más maleable que a un estalinista.

¿Qué va a ocurrir en Podemos?

Pues visto lo visto, ahora ya entramos en la política-profecía, algo que me encanta. Puede ocurrir cualquier cosa, pero yo voy a hacer mi análisis y con el tiempo veremos si me equivoqué o no. Las claves son las siguientes:

  1. El voto puede estar manipulado. Una votación a través de Internet…. Malo. De hecho en las votaciones anteriores de Podemos ya ha habido irregularidades.
  2. Si gana Pablo Iglesias, hará una limpia tremenda dentro del partido y quien se oponga realmente a sus posiciones o le haga sombra real a su liderazgo nacional, saldrá de la organización (bien expulsado o bien se le hará el vacío hasta que se vaya). Si gana Pablo Iglesias, será el fin de Podemos porque la inmensa mayoría de los votantes, los que deciden las elecciones, ya saben que es un comunista disfrazado. Y eso no tiene arreglo. Es decir, el triunfo de Iglesias es la marginación segura de Podemos. Eso al PP le vendría de maravilla.
  3. Si gana Errejón, Pablo Iglesias dimitirá, pero quedará dentro mientras crea que sus ideas pueden tener más proyección que en Izquierda Unida. Comenzará la guerra interna en Podemos para volver al poder. Eso significa que Podemos sufrirá el mismo proceso que sufrió el PCE de enfrentamientos, navajazos internos y divisiones. Electoralmente, a Podemos le irá mejor e incluso podrán plantearse superar al PSOE, siempre que Iglesias vaya desapareciendo de la escena.

En todo caso, lo vamos a pasar en grande. Este es el circo de Podemos, el de los chicos que juegan a Juego de Tronos.

 

 

 

¿Quién es quién en la guerra de Podemos?

Parece que por fin ha estallado la guerra en Podemos. El partido que iba a cambiar la política está reproduciendo los mismos elementos viejos, de toda la historia de la humanidad, demostrando una vez más que la lucha por el poder es uno de los móviles más poderosos para los seres humanos hasta el punto de que algunos llaman a sus partidos precisamente Podemos. Tratamos en esta entrada de reflexionar sobre cuáles son las fuerzas reales en litigio.

Además hay que recordar que uno de los eslóganes más coreados en las manifestaciones del 15-M fue «¡Que no, que no, que no nos representan!» suponiendo que las fuerzas como el PSOE o el PP no representaban a la población española. Podemos surgió (esa era la teoría) como la fuerza que iba a representar a todas esas personas que iban a las manifestaciones. Pero ¿a quién representan realmente cada una de sus tres corrientes?

Pablo Iglesias o el comunismo travestido.

La familia fundamental hoy en Podemos es la comunista tradicional. Es por ello por lo que la vamos a dedicar el grueso de nuestro artículo. Yo siempre he mantenido la teoría de que Pablo Iglesias era en realidad un submarino de los comunistas de Anguita; es decir, que Iglesias es un comunista travestido por puro oportunismo ¿En qué me baso para decir esto? En primer lugar, Pablo Iglesias fue educado en el más puro estalinismo. Sus padres ya eran militantes del PCE (su padre en concreto apoyó el terrorismo del FRAP) y su madre era liberada de CCOO y abogada laboralista. ¿Podemos imaginar sus conversaciones familiares en las comidas y sobremesas? ¿Qué cosas le dijeron sus padres sobre el mundo y la vida desde que aprendió a hablar? ¿Por qué no hizo la comunión y si militó en la UJCE desde los catorce años?. Por pura lógica (su nombre lo delata) fue diseñado, criado, educado y amaestrado por sus padres desde pequeño para convertirse en un estalinista. De hecho, militó en las Juventudes Comunistas desde su infancia (UJCE). Desde el principio fue dirigente y asistió a escuelas de cuadros estalinistas donde fue instruido, entre otros por Manuel Monereo, un ex-miltante del PCPE al que integró en las filas de Podemos en 2016. Tras salir de las Juventudes Comunistas, Iglesias siguió manteniendo lazos con el partido de sus padres hasta hoy. Fue asesor de Gaspar Llamazares en las elecciones de 2011 (cuando aún no se había apropiado del 15-M). Pablo Iglesias nunca ha ocultado esos lazos ni tampoco su admiración por figuras como Lenin, Fidel Castro o Ernesto Che Guevara. Basta con leer su biografía o ver sus videos para darse cuenta de lo que acabo de afirmar. En ese que ponemos aquí en concreto, podemos ver con nitidez todo su pensamiento político. Son dos horas de video, pero no tienen desperdicio.

Como es excesivamente largo, ofrecemos este otro con un minuto que resume el mismo.

Ya en las últimas elecciones, Pablo Iglesias consiguió que Podemos aceptase una alianza con Izquierda Unida, embarcó como Caballo de Troya a Alberto Garzón y cuando creía que el sorpasso era un hecho, metió en las listas a su padre político (Monereo)  y Anguita acudió a su mitin en Córdoba para bendecir esa fusión.

Muy probablemente, toda esta operación se había gestado en secreto meses atrás en reuniones entre Pablo Iglesias y Anguita. Esto es lo que explicaría el odio que el otro sector de Izquierda Unida (enemigo de Anguita) tiene a Podemos. Es la típica pelea a muerte entre estalinistas. Nada nuevo desde 1924.

Ahora, que se acerca Vistalegre 2, Pablo Iglesias, mientras exige una dirección absolutamente centralizada en la que el secretario general (es decir, él mismo) pueda ordenar y componer todo a su antojo, habla también de unidad y de fusión con otras fuerzas más amplias. A nadie dentro de Podemos se le escapa que esa fusión es con el viejo PCE. De esta forma, el PCE desembarcaría en Podemos con el objetivo lógico de dominarlo. Vistas así las cosas, para Pablo Iglesias, Podemos no es más que una careta tras la que ocultar su verdadera ideología comunista. Sabiendo que la población rechazaría esta ideología, hay un esfuerzo consciente en Pablo Iglesias por ocultar sus orígenes. Este caudillo en ciernes es en realidad un guía que intenta conducir a millones de personas a un sitio donde no quieren ir: al comunismo. Es un comunista travestido. En este video expresa él mismo con claridad meridiana  su cínico planteamiento.

La tendencia errejonista

Íñigo Errejón encabeza el otro lado de esta tensa pugna. Es hijo de un miembro del antiguo PTE, otra organización maoísta, por lo que también le viene el ultraizquierdismo de cuna. Sin embargo, curiosamente, ha sido capaz, como su padre (un alto funcionario del Estado) de equilibrar este ultraizquierdismo con criarse en el municipio más exclusivo de España (Pozuelo) viviendo de forma bastante diferente a cómo lo hacían las personas a las que quiere representar. Muy probablemente sus conocimientos sobre las condiciones reales de vida de la clase trabajadora sean inexistentes o se reduzcan a su trato con el servicio doméstico.. Ideológicamente, se ha decantado por un modelo podemita al estilo peronista; es decir, intentando crear un partido interclasista en el que las palabras pueblo o patria signifiquen los míos sin excluir a personas de ningún sector social. Laboralmente, ha vivido de la universidad colocado a dedo y a tiempo parcial por otros profesores de su misma cuerda ideológica a costa del erario público.

Criado a los pechos de Pablo Iglesias en la facultad, Errejón se ha rebelado. Es muy significativo el tono paternal y de superioridad con que Pablo Iglesias habla en el video anterior sobre «su amigo». Con amigos como estos, ¿para qué queremos enemigos? El caso es que el pequeño Íñigo se ha rebelado y puede quitarle el juguete a su viejo jefe. Dedicaremos a esta rebelión un capítulo aparte, pues creo que linda con el terreno de la psicología.  Muy probablemente en la rebelión protagonizada hoy tengan mucho que ver su padre y la poscion de El País, alentándole a ella desde hace meses.

El grupo Prisa en general ha intentado exagerar las diferencias internas entre Iglesias y Errejón, ofreciendo además una imagen negativa, extremista y agresiva de Iglesias, mientras muestran a Errejón como una personas más moderada, dialogante y sensata (y por tanto favorable a un pacto con el PSOE). Basta con ver la columna elogiosa que le dedicó el fin de semana pasado Manuel Vicent. Es obvio que El País cree que el errejonista es un sector más influenciable y “derechista” y en el caso de una debacle o un colapso electoral del PSOE (partido sobre el que Prisa se ha sostenido durante los cuarenta años de la Segunda restauración) se convertiría en su opción preferente. Entienden los prisaicos que dándo una imagen positiva sobre la corriente errejonista en sus informaciones van a conseguir a la larga influir sobre Errejòn y su sector, acercándoles a posiciones moderadas y manipulables para sus intereses. Por eso, Iglesias se queja de que Errejón quiere construir un PSOE-2.

Los ultraizquierdistas de Izquierda Anticapitalista

El tercer grupo en litigio es el encabezado por Miguel Urbán y Teresa Rodríguez. Estos forman parte de un partido previo denominado Izquierda Anticapitalista, que supuestamente se disolvió para intergrarse en Podemos. Como podemos suponer y demuestra su existencia como corriente, estos militantes se seguirán reuniendo aparte para pactar su estrategia interna dentro de Podemos. Izquierda Anticapitalista procede del naufragio del Movimiento Comunista (maoísta) y la Liga Comunista Revolucionaria, (trotskista mandelista); es decir, se trata de una organización de extrema izquierda también comunista, que se presentó muchas veces a las elecciones de forma abierta sin obtener resultado alguno, pero que ahora, tras la careta de Podemos, ha obtenido mucho más éxito.

¿Qué tienen todos en común?

Pues su anticapitalismo, su odio al sistema democrático representativo y a la libertad de empresa y su simpatía por el separatismo y por los regímenes radicales de izquierda de antes, de ahora y de mañana.

También tienen en común otros elementos: su oportunismo y falsedad. Todos se aprovechan e intentan capitalizar los restos del 15-M fingiendo su identificación con las personas que allí se movilizaron. Todos quieren quedarse con esa tarta y el problema es que difieren sobre cómo hacerlo. Tras su abierta lucha por el poder, ha quedado muy claro que, por sus métodos y sus ansias, están peleándose igual que se ha peleado siempre en estos casos: a cara de perro. Lejos queda el eco del «¡Que no nos representan!” que decían encabezar. Lo cierto y verdad es que ahora ellos están peleando por ver quien se lleva el gato al agua, quien se queda como representante de los que no tenían representación. Y no lo olvidemos, la tarta o el bollo suizo por el que ellos pelean, somos nosotros.

¿Cuál es la esencia real de Podemos?

Desde hace semanas se viene hablando de las luchas internas en Podemos. El día 11 de febrero celebran un congreso en el que decidirán su nueva estrategia política y su dirección. El fenómeno Podemos me resulta tan apasionante que voy a realizar una serie de entradas en estos días para analizarlo.

Podemos, hijo de la televisión y no del 15-M

La primera cuestión importante es señalar cuál es el origen de Podemos. Desde sus inicios, Pablo Iglesias trató de rentabilizar el movimiento del 15-M divulgando la imagen, falsa, de que ellos habían sido los impulsores de aquella acampada. No es cierto. Fuero los medios de comunicación y,  muy especialmente los linces de la cadena derechista Intereconomía, quienes (el día 25 de abril de 2013, dos años después) contribuyeron decisivamente a la popularización de la figura de Pablo Iglesias y le permitieron granjearse la imagen de representante oficioso del 15-M. Pueden ver el video colgado más arriba para ver esta primera intervención del presentador de La Tuerka. Lo cierto, y basta para ello con echar un ojo a la biografía de Pablo Iglesias en Wikipedia, es que durante los años 2011 y 2012, el señor Iglesias estuvo a sueldo como asesor de Izquierda Unida y de Alternativa Galega de Izquierdas. Es en 2013, tras ser catapultado a la fama por la televisión más derechista de España y luego aparecer de forma constante en La Sexta, cuando se dan las condiciones para que surja Podemos: el conocimiento de la población española de una nueva figura mediática. Es decir, como ocurre hoy con los escritores de moda (como Jorge Javier Vázquez)  la madre real de Podemos es la televisión, un medio en el que Pablo Iglesias ha demostrado sobradamente su habilidad, hasta el punto de granjearse una imagen que le asocia indisolublemente al 15-M sin merecerlo.

Podemos como grupo de amigos

Es más, al crear Podemos, Pablo Iglesias echa mano esencialmente de su grupo de amistades y no de las masas que llenaron la Puerta del Sol y desde el primer momento intenta dirigir de forma centralista la organización. No hay entre sus líderes ni un obrero, ni un empresario, ni nadie que haya tenido un empleo estable fuera de la universidad. “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, que decían los amigos del despotismo ilustrado. Y es que es curioso y altamente significativo que un partido político que se reclamaba enemigo de la “casta” (ahora menos porque ya son todos diputados), este compuesto esencialmente por un grupo de amigos (tan amigos que incluso ha protagonizado romances con sonoras rupturas entre sí) y que además proceda del medio profesional más endogámico (superando incluso al Ejército) que hay en España: la universidad, una institución donde hay más  enchufes entre los profesores que en las paredes. Y es que si hay una casta en España, no les quepa duda, como señalamos en nuestra entrada anterior, es la de los profesores universitarios. De esa casta procede la que nos va a limpiar el país de la otra.

El hacha y la serpiente: Sociología de la Complutense

La base de Podemos es la facultad de Sociología de la Complutense. De ahí proceden Pablo Iglesias, Monedero, Bescansa, Errejon, Rita Maestre, Ramón Espiran y tantos otros. Ser profesor de esa facultad no quiere decir que sepan más que usted o que yo, sino que simplemente tienen un amigo allí que usted y yo no tenemos. Un apunte sobre la facultad de Sociología. Yo formé parte del Sindicato de Estudiantes durante los años 1986-1987 y era el encargado de ir allí a las asambleas como representante. El lugar, en plena época de los años de plomo del terrorismo etarra, era impresionante. En el aula magna, estaba dibujado, presidiendo la sala, el escudo de la ETA (ya saben, la serpiente y el hacha) rematado por las letras “Bietan Jarrai”. El decano de la facultad permitía esto. El rector de la Complutense también. ¿Se imaginan un congreso científico o una clase en el salón de actos de toda una facultad presidida por el escudo de una organización terrorista? Pues no se lo imaginen: era así. Este es el caldo de cultivo que ha hecho posible que estas personas sean profesores de universidad. Vean esta galería de fotos para hacerse una idea cabal de cómo son ahora allí las cosas.

Puño de hierro interno o la sombra de Lenin

Y desde el principio, Pablo Iglesias ha intentado que el control de la organización no se escape de su mano de hierro. Yo asistí por curiosidad a las asambleas de Podemos que planificaron su primer congreso y pude comprobar el funcionamiento estalinista de la organización. Recuerdo que en la asamblea de El Puerto se nos dijo que los círculos no podían consensuar propuestas con otros círculos para firmar documentos conjuntos para el congreso. No podían hacerse documentos conjuntos. En esa reunión les dije a sus simpatizantes que si no podían hacerse documentos conjuntos en su organización a nivel de la base, el resultado de las votaciones estaría claro: irían a Madrid centenares de documentos pero nadie los leería siquiera. Cada militante conocería el documento de su círculo y el de Pablo Iglesias. Por pura lógica, ganaría el único documento que conocerían todos los militantes antes de llegar allí, el de Pablo Iglesias, que salía todos los días por la televisión y lo difundía urbi et orbe. No me equivocaba. Pablo Iglesias salió elegido por abrumadora mayoría. Es también significativo que una fuerza política que proclama la mayor democracia y la mayor representatividad abogue sin embargo internamente por ser una organización con un fuerte poder centralizado por el jefe. Es el modelo organizativo del leninismo. Pablo Iglesias ha leído el ¿Qué hacer? de Lenin. Yo también.

Lobos y corderos en el mismo corral.

Desde su posición de líder absoluto ideó una estrategia (que fracasó) para tomar el poder en España durante 2016 y proclamó una y otra vez que su fuerza política había nacido para hacer que «el miedo cambiase de bando», «para asaltar los cielos» y «para enseñar los dientes a los poderosos». Un discurso agresivo que alternaba con otro un tanto naif  y hasta cursi con el que pretendía enamorar al menos a media España: la sonrisa de un país. Su intención era contentar a todas las personas que podían estar en contra del PP; desde los jóvenes inconformistas y radicales cercanos al separatismo y a los antisistema y a los progresistas desencantados del PSOE. Ser cordero y lobo a la vez. Trabajo complicado que ha estado en la propia esencia de Podemos desde el principio y que hasta ahora no les ha dado el fruto esperado. El futuro dirá si lo consiguen.

Guía mínima para comprender a los demás

Es común que en el debate político se agreda, se insulte y se descalifique. Ello es comprensible porque todos tenemos vísceras, sangre y opiniones y muchas veces al exponerlas se nos olvida cuál es la finalidad verdadera del debate, que no puede ni debe ser otra que el encuentro de ideas para concordar lo que sea posible. Y eso no se consigue ni insultando, ni descalificando.
Hemos naufragado juntos y tenemos que vivir todos juntos en esta isla llamada España de forma obligatoria muchos años. Hagámoslo aplicando el sentido común. Hagámoslo en paz y concordia.
Llegan las elecciones, la investidura o cualquier otro acontecimiento político y leemos en Facebook a decenas de personas maldiciendo la victoria del PP e insultando a sus votantes como si fueran estúpidos o corruptos o encendemos una emisora y escuchamos a tertulianos ejecutando radiofónicamente a Pablo Iglesias. Ese no es el camino de la paz; ese es el camino que hace un siglo nos condujo a una guerra civil de la que pocos fueron culpables (en los dos bandos) y muchos víctimas (en los dos bandos).
La finalidad verdadera del debate democrático es alcanzar el pacto para caminar todos juntos. Y eso no puede hacerse desde la descalificación de quien piensa distinto de uno, sino intentando comprender las ideas de los demás. Creo que es muy importante cuando no estemos de acuerdo con alguien que pensemos que esa persona podría ser nuestro hijo y que con ese cariño le miremos y le escuchemos. Esto no solamente debe ser así por respeto, humanidad y bondad, sino que además es la única manera de alcanzar el nuevo pacto social. Nadie va a convencer a nadie después de haberle desautorizado, menospreciado e insultado. Así que lo inteligente y lo humano es escuchar a los demás valorando lo que dicen y explicando luego nuestros puntos de vista para intentar llegar a acuerdos.
Yo creo que hablo con personas de todos los signos políticos y soy capaz de comprender sus posiciones. Voy a intentar expresarlas intentando luego llegar al denominador común.
Comencemos por la derecha. Las personas que votan al PP no quieren que en España haya corrupción. Esta idea, a poco que la pensemos, nos daremos cuenta de que es absurda. ¿Cómo va a querer nadie la corrupción? Las personas que votan al PP creen que la corrupción es inherente a cualquier sociedad y muy singularmente a la española desde hace siglos. Y creen que habrá corrupción gobierne quien gobierne. Quieren que España sea un país próspero, unido, donde todos tengan su propio piso y su trabajo y que no haya un carné de identidad diferente y derechos diferentes en Cataluña, Galicia, Vasconia o Madrid.
Sigamos por Ciudadanos. Los votantes de Ciudadanos quieren también que España sea un país próspero, unido, donde todos tengan su propio piso y su trabajo y que no haya un carné de identidad diferente y derechos diferentes en Cataluña, Galicia, Vasconia o Madrid. Pero además quieren que se ataque radicalmente la corrupción política y económica y están convencidos de que acabar con esta lacra es posible y necesario.
Los votantes del PSOE también quieren que España sea un país próspero y unido donde todos tengan su piso y su trabajo pero comprenden que hay que admitir diferencias entre las distintas comunidades debido a su historia y a sus lenguas diferentes. Además quieren que se gaste más dinero en sanidad y educación garantizando el acceso universal a estos servicios sin observar si estas personas han cotizado más o menos (o no han cotizado nunca) a la caja común de la Seguridad Social.
Los votantes de Podemos no quieren que España se convierta en Venezuela, sino en un país próspero y unido de verdad y no por la fuerza, donde todos tengan su piso y su trabajo y admiten que las diferencias entre las distintas comunidades debido a su historia y a sus lenguas diferentes deben resolverse por medio de referéndums en las comunidades respectivas, porque eso les parece lo más democrático. Ponen lo que llaman “justicia social” por encima de todo y por eso quieren que se gaste más dinero en sanidad y educación garantizando una renta básica para todo el mundo sin observar si estas personas han cotizado más o menos a la Seguridad Social o no han cotizado nunca. Eso es lo que consideran justo. Creen que son las grandes fortunas quienes deben pagar el sobrecoste que estos gastos puedan producir porque eso les parece justo. Odian la corrupción y creen que la derecha está absolutamente corrupta por lo que debe ser desalojada del poder inmediatamente.
Los votantes del nacionalismo no quieren que España sea un país próspero y unido. Quieren irse del marco de convivencia común cuanto antes mejor y empleando los medios que les permitan hacerlo con la mayor facilidad y menor riesgo.
Creo que esta es la síntesis del mapa político español. A partir de aquí, las conclusiones. Y la mejor manera de llegar a acuerdos es viendo qué es lo que compartimos todos. En mi opinión, la mayoría de los españoles comparte las siguientes ideas:
1. La importancia de que el país prospere económicamente. Los españoles quieren en realidad cosas muy elementales y básicas. Una vivienda y un salario que garantice su acceso a los bienes de consumo (el coche, las vacaciones, el Smartphone e Internet) y el de su familia. La inmensa mayoría de los españoles desea adquirir productos y servicios más caros de los que hoy se puede permitir.
2. La unidad del país. A la mayoría de los españoles les gustaría que el país siguiera unido.
3. Hay que atajar la corrupción política y económica.
Esta es creo yo, el elemento que nos une a todos. A lo mejor, luego, cada cual, tiene sus propias ideas que pueden ir desde la prohibición del aborto hasta retirar las estatuas de Franco de las calles. Qué se yo… Pero para unir, si queremos unir, hay que partir del denominador común y no del divisionismo por el divisionismo. Tenemso que vivir todos juntos en la misma isla de forma obligatoria. Hagámoslo en paz, por favor.