En manos de la televisión

En las últimas semanas se han ido sucediendo una serie de noticias que son verdaderamente escandalosas. Y no me estoy refiriendo simplemente a los casos de corrupción, que lo son y mucho. La familia Pujol o Ignacio González se suman a una larga y desastrosa lista que encabeza, tristemente, la propia Casa Real. No es que los minimicemos, pero la corrupción ha existido y existirá siempre (como ya señalamos en otra entrada en este mismo blog), porque no es que los políticos sean corruptos, sino que los seres humanos son corruptos y ha sido, es y será imposible evitarlo.

Pero en este contexto de corrupción generalizada, quiero poner el énfasis en un aspecto que, entre la hoguera de informaciones que nos consume, se ha relegado a un discreto segundo o tercer plano y que, sin embargo, es una muestra mucho más palpable que el Tramabús de cómo funciona nuestro sistema político. La Guardia Civil, en su afán persecutorio de la operación sobre el Canal de Isabel II ha interceptado unas grabaciones en las que el presidente del diario La Razón y adjunto al presidente de Atresmedia,, un anteriormente desconocido Mauricio Casals, le dice a un encarcelado por la operación que «el sándwich al PSOE con La Sexta funciona de cine». Es decir, reconoce que la línea editorial de La Sexta sirve para potenciar a Podemos y, como consecuencia, debilitar al PSOE, lo que a su vez favorecería al PP, pues una gran parte del electorado, temeroso de que gobierne un partido de extrema izquierda, que apoya tácita o expresamente dictaduras como la cubana o la venezolana, votaría al PP como forma de evitar el triunfo de los comunistas de Podemos.

Efectivamente, este hecho se está produciendo y de ahí que, a pesar del lodazal cotidiano de casos de corrupción que asola al PP, la mayor parte de los españoles le han confiado, aunque poniéndose unas pinzas en la nariz, su voto.

A menudo oímos hablar a muchas personas jactándose de su independencia. Hemos podido ver en las tertulias de La Sexta a periodistas cercanos al PP y cercanos a Podemos enfrentarse de forma ácida, reivindicándose como paladines de la moral y la dignidad. Hay podemitas que hablan como si ellos mismos fueran Jesucristo resucitado, que vinieran a liberar a la humanidad (o al menos a España) de la opresión de una casta insana, de una trama abominable. y criticando a los medios. ¿Pero qué sería de Pablo Iglesias y de Podemos sin La Sexta? ¿No participan todos de otra trama infecta? ¿Por qué no aparece en el Tramabús el propio Casals o Marhuenda o el mismo García Ferreras? Hemos oído también a los gobernantes del PP enfrentarse a ellos un día para a los dos o tres días estar entre rejas. Vemos a diario a ese portento de la intelectualidad, un tal Wyoming, reírse y ridiculizar a los populares, sabiendo que es un peón de una estrategia diseñada desde Génova para debilitar al PSOE.

Y ahora resulta que todo esto no es más que un circo en el que unos y otros se rhan repartido las caretas para medrar a costa del pobre ciudadano que, debe optar entre Guatemala y Guatepeor. Porque para un votante moderado, para una persona con cierto sentido común y un mínimo de inteligencia, escuchar a este personaje es una garantía de que Rajoy gobernará siempre.

Así que por un lado, tenemos un Gobierno que en vez de potenciar un PSOE leal con España, la Unión Europea y el capitalismo reformista (lo que sería lógico) prefiere crear un Frankenstein que aterrorice a las personas conservadoras y les haga cautivo de su mensaje: yo o el caos. Por el otro, tenemos un partido comunista que se ha rebautizado y ocultado tras el 15-M de la misma forma que ahora Le Pen quiere ocultarse disolviendo el Frente Nacional en un movimiento de patriotas.

Y los pobres ciudadanos españoles, ¿qué podemos hacer? Pues al menos, ser conscientes de que por mala que sea la corrupción económica, que lo es; peor es la corrupción moral. Al menos ser conscientes de que estamos en manos de la televisión y de que estas no son las bases de la regeneración pues la estrategia de elevar un monstruo comunista de la nada (como ha hecho Podemos gracias a la televisión), solo puede conducir al final a la violencia.

¿Quién teme a Donald Trump?

Durante los últimos meses, la prensa española y europea, se ha lanzado a una agresiva campaña contra Donald Trump (el nuevo lobo feroz) que ha sido secundada también por los políticos de todo el continente, exceptuando a Putin y a los partidos xenófobos y ultranacionalistas de la UE, como en Francia (Le Pen) o en Inglaterra (Nigel Farage). Y Donald Trump, que carece al parecer de complejos,  les ha dado material más que sobrado para alimentar su fuego. Comentarios y actitudes machistas (algunas calificadas como delictivas), gestos de megalomanía y poses más propias de un irascible chico de barrio que de un presidente de la mayor potencia del planeta, encargado (aunque él no quiera) de velar por la paz y el desarrollo mundial.  De este hombre, al final, a la prensa y a la Unión Europea en general no nos gusta ni el peinado. Tanto es así, que nada más conocerse su victoria, se decretó una cumbre de ministros de la Unión Europea para hacer frente común contra el trumpismo rampante.

¿Por qué se teme tanto a Donald Trump?

Pues tememos tanto a Donald Trump no por lo que nos pueda dar (que se imagina que no nos va a dar nada) sino por todo lo que nos puede quitar. Y eso son tres cosas: La OTAN, el comercio con Estados Unidos y la estabilidad europea.

El final de la OTAN enfrentará a Europa a su realidad pacifista

Si Donald Trump no paga la OTAN, automáticamente los europeos nos quedamos sin un ejército común, salvo que lo paguemos nosotros. Y teniendo en cuenta que el ejército más poderoso europeo es el británico y ya está fuera de la Unión y que el siguiente en número es el turco, pues eso quiere decir que no habrá ninguna decisión importante en la que los europeos tengan peso. De hecho, la avalancha de refugiados sirios que ha desestabilizado la Unión se ha producido porque Europa ha sido incapaz de intervenir allí, con lo que la población siria se  visto obligada a huir y además ha podido hacerlo sin que nadie lo impidiera. Una intervención militar en Siria habría evitado ambas cosas. En el fondo, Europa pagará el hecho de no gastar dinero en defensa y fiarlo todo al hermano mayor norteamericano. Será como hasta ahora, pero peor; porque todos los poderes medianos y fuertes, desde Marruecos a Rusia, sabrán que cada país de Europa, desde Polonia hasta España, se habrá quedado solo con sus propias fuerzas. Y eso quiere decir que países pacifistas estarán rodeados por países beligerantes. Eso se llama vulnerabilidad. Y como dice el adagio: «la debilidad invita a la agresión».

La crisis del comercio mundial es la gran amenaza

En segundo lugar, Trump ha prometido a sus votantes (los más pobres de los norteamericanos) que no se importarán productos que puedan poner en peligro sus empleos. Eso quiere decir proteccionismo. Es decir, impedirá que las empresas americanas produzcan en China e impedirá que quien no produzca en Estados Unidos pueda vender allí. De hecho, ya ha amenazado a BMW con encarecer sus coches  con aranceles del 35%. Si Donald Trump hace esto, el comercio europeo y mundial con Estados Unidos decaerá con toda seguridad y eso quiere decir bajadas de salarios y pérdidas de empleos en todo el mundo. La riqueza que ha conseguido la población coreana, china, hindú o en Singapur está en peligro y con ella, el propio crecimiento internacional. Globalización o crisis. Esa es la disyuntiva. Y si hay crisis y guerras comerciales, las guerras de verdad acabarán también produciéndose. Los años treinta empezaron así.

La Unión Europea, con todo lo que implica, está en peligro

Finalmente, Donald Trump simpatiza con todos aquellos que quieren destruir la Unión Europea. Trump solo ha recibido a un político europeo y fue al líder del UKIP (el partido británico que ha alentado el Brexit). El Frente Nacional francés de Le Pen también le felicitó efusivamente. Este año hay elecciones en Francia y Alemania. Si en cualquiera de los dos países, las fuerzas anti-europeas vencen o se acercan a la victoria, la Union Europea estará al borde de la ruptura pues son ellos (sobre todo Alemania quien paga la fiesta). ¿Y qué pasa si se rompe la Unión Europea? Pues que se acabarán para España las ayudas comunitarias que da Alemania para hacer carreteras, pagar subsidios y realizar proyectos (esos que se ven con una bandera comunitaria). Además (y esto es lo peor para los que vivimos hipotecados) nos saldremos del euro y tendremos que devolver nuestra hipoteca en euros (o marcos alemanes, tanto da) mientras que volvemos a cobramos en pesetas, con lo que se encarecerá de forma considerable. Así mismo, las facciones internas españolas de separatistas y anti-sistema ganarían fuerza y adeptos, con lo que entraríamos inevitablemente ante una crisis nacional de dificilísima gestión. El paraguas europeo desaparecería y España se enfrentaría sola a un escenario muy similar al de los años treinta.

Todas este apocalipsis depende de lo que haga este hombre en los próximos años. Dios le ilumine. Y si no es así, a los demás, que nos pille confesados.