Viva el dinero

Hace muchos años que a una buena amiga le dije que tenía que escribir un día un breve artículo para alabar el dinero. Alguien debe hacerlo y hoy es ese día. Y es que hay pocos objetos que tengan tan mala prensa. La corrupción, el crimen y la injusticia están asociados a él en el imaginario popular. También podemos leer las famosas poesías contra el «vil metal» del Arcipreste de Hita, Quevedo o Góngora.

Hoy es ese día porque mi artículo a favor del dinero lo estamos escribiendo entre todos con nuestros actos: la terrible actualidad ejemplifica tan perfectamente lo que quería decir que no hace falta que gaste muchas palabras. La terrible tragedia de los refugiados ucranianos pone de manifiesto una vez más, pero ahora con nitidez absoluta, el enorme valor benéfico del dinero. ¿Cómo podríamos ayudar a los ucranianos sin dinero? El dinero es ahora un puente de solidaridad que lucha por la justicia y lleva la bondad por encima de las bombas, la muerte y la destrucción.

Y es que el dinero es uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad y, quizás por ello, es uno de los elementos más despreciados (que no despreciables) por gran parte de los seres humanos que lo han convertido injustamente en el chivo expiatorio de sus propios males. En verdad, también el dinero se puede emplear para hacer el mal, pero su naturaleza es benéfica.

Podemos ver el enorme valor del dinero con más claridad si nos hacemos esta pregunta: ¿qué ocurriría si no existiera el dinero? De la misma manera que somos conscientes del valor del oxígeno para respirar justo cuando estamos debajo del agua, comprendemos el valor del dinero si nos planteamos cómo sería el mundo si el dinero no existiera. El mundo sería mucho peor porque, obviamente, todo intercambio humano solo podría darse por medio del trueque y eso repercutiría en que, por ejemplo, un productor de plátanos de Tenerife, solo podría obtener cosas de otras personas a las que les gustasen los plátanos y solo en su propia isla, ya que sería muy complicado que ningún barco quisiera aceptar los plátanos de este agricultor como pago por llevar una parte de ellos fuera de la isla para ser cambiados por otros objetos. Por otro lado, sería complejísimo el cálculo que debería hacer nuestro agricultor tinerfeño para cambiar sus plátanos por tornillos, una azada, un coche o una vivienda. ¿Cuantos tornillos tendría que darle el ferretero a cambio de un plátano? ¿Cuántos plátanos valdría un piso? Todo ese complejísimo cálculo lo simplifica el dinero que fija un valor monetario en función del coste, de la oferta y de la demanda de la propia mercancía que se lleva al mercado. Por otro lado, sin dinero tampoco sería posible viajar, porque ese vendedor de plátanos no podría acarrear sus plátanos (su energía y su esfuerzo) a ningún sitio para pasar allí sus vacaciones. Ni a Madrid, ni fuera de España tampoco. De hecho, las letras de cambio se inventaron ya en la Edad Media para favorecer las peregrinaciones a Tierra Santa.  

Finalmente podemos ver el valor del dinero cuando se produce una catástrofe. Todos queremos dar parte de nuestra energía en ayudar a otras personas. Si no existiera el dinero, la mayor parte de esa ayuda sería imposible. Por tanto, el dinero es algo humano y algo muy positivo.

El dinero (como era el oro para los cabalistas) es la cristalización de nuestra energía. Los seres humanos tenemos una energía personal que nos lleva a imaginar y crear; es decir, a producir objetos. Todo lo que imaginamos y creamos, todas las horas de esfuerzo dedicadas a producir cosas es susceptible de convertirse en dinero al vendérselas a otros seres humanos. Nuestro tiempo y nuestro esfuerzo son dinero. Todo el esfuerzo y el talento que atesora un agricultor, un pescador, un cocinero, un cantante, un profesor, un médico, un camarero o un obrero de la construcción al formarse y al ejercer su trabajo se convierte en dinero. Y esa persona puede transformar ese dinero que recibe de los demás en cualquier otra cosa que desee. Este carácter proteiforme hace que sea el bien más preciado porque al poderse transformar en cualquier otro objeto o en otra moneda con gran facilidad. El valor de cambio del dinero es lo que le convierte en una de las mercancías más importantes del mundo.

Y entonces, ¿por qué tiene el dinero tan mala prensa? No lo sabemos a ciencia cierta. Una parte de los ataques al dinero quizá proviene de las personas que no lo poseen en el grado en que desearían hacerlo y por ello envidian a las personas que tienen más (algo que siempre les parece injusto). La segunda es la estupidez. Hay muchas personas a las que les avergüenza decir que les gusta ganar dinero (como si ganar dinero no fuera una consecuencia de nuestro valor como personas). La última es el amor por la pobreza y por los pobres que sienten algunas personas que se sienten más necesarias en un mundo de pobres que en uno de ricos, cuando no hay nada que desee más un pobre que dejar de serlo.

Y esto es lo que tenía que decir sobre el dinero hoy.